“A mi hijo se le ocurrió lanzar la petición para dar visibilidad a la situación. Somos un pueblo dividido por un muro de más de 1.600 kilómetros y sembrado de 10 millones de minas antipersona«

Bachir, vecino de Gijón desde 2001, es uno de los muchos saharauis que viven en Asturias y que miran, con rabia y estupor, lo que considera una “traición del PSOE o, mejor dicho, de sus barones”, al pueblo saharui.
Fue su hijo, que actualmente reside en Madrid, quien comenzó la petición “El pueblo saharaui dice BASTA: ¡AUTONOMÍA NO, SÁHARA LIBRE SI!” en la plataforma Change. Buscaba visibilizar la dura situación que desde hace décadas sufre su pueblo.
Una petición que ha conseguido más de 90.000 firmas y que se suma al debate que, en la calle y en las instituciones, se mantiene desde que el pasado 18 de marzo la Casa Real de Marruecos hiciera pública una comunicación en la que el Gobierno español mostraba su apoyo al plan de autonomía para el Sáhara Occidental.
“No soy una voz autorizada”, advierte Bachir, “ni soy representante del Frente Polisario, solo soy un saharaui activista por los derechos de mi pueblo”. Deja clara su posición antes de mostrar, tajante, su postura sobre el cambio de parecer del Gobierno. “Nos ha consternado. Es una nueva venta de nuestros derechos al régimen feudal marroquí. Un monarca que subsiste gracias al apoyo de gobiernos como el español o el francés. El Sáhara es un territorio no autónomo todavía y su responsabilidad la tiene España, que es, según Naciones Unidas, la potencia administradora del territorio”.
Un enfado que se recoge también cuando hace recuento de lo vivido estos últimos años en el Sáhara. “Se ha llevado a cabo una guerra de genocidio por parte de Marruecos y Mauritania durante 16 años. Una guerra en la que España y Francia tuvieron mucho que ver, en el caso de España, por apoyar suministrando asesoramiento y armamento al ejército de Marruecos. Una guerra desproporcionada: nosotros somos un pueblo que cuenta con un millón de habitantes, mientras que Marruecos ronda los 38. Aún así, no fueron capaces de dominar el territorio gracias al esfuerzo del Ejército de Liberación Popular Saharaui (ELPS). Todo aquello derivó en un alto el fuego en 1991, que no fue más que una maniobra más”.
Recuerda a su familia, dividida, como tantas otras, por un muro “de más de 1.600 kilómetros y sembrado de 10 millones de minas antipersona”. A uno y otro flanco tiene hermanos, algunos en los territorios dominados por el ejército marroquí y otros en campamentos de refugiados. Una vida dura a ambos lados. “Son una carta de cambio. Nuestro pueblo es una carta de cambio entre España y el régimen marroquí. Entiendo que España no quiera perder Ceuta y Melilla, pero no puede ser a costa del sacrificio del pueblo saharaui”.
De esta manera, Bachir lamenta que, en todas estas décadas de conflicto, ni Naciones Unidas, ni España, Francia o Marruecos hayan tenido una verdadera voluntad de llegar a una solución “consensuada”. Por ello, su esperanza, y la del pueblo saharaui está en “sí mismo”. “Contamos con nuestros propios medios para recuperar y arrebatar nuestros derechos. No nos negamos a resolver los problemas pacíficamente, pero cuando veamos voluntad, no solo papel mojado. En los territorios ocupados por Marruecos nuestros ciudadanos están siendo reprimidos y masacrados”.