Llegaba con un zumbido imperceptible para los niños gijoneses cuando sus padres ya se habían dormido. Accedía a las casas cuando caía sobre ellas la madrugada, y sin que nadie reparase en su perturbadora presencia, se metía en los camastros de los pequeños, que al día siguiente aparecían muertos. Las únicas huellas que dejaba eran dos marcas de aguijón, a un extremo del cuello, que indicaban el lugar en el que había chupado la sangre de su víctima. Puede parecer una pesadilla, una película de terror, o un relato de Halloween. Pero es la historia de Teresa Prieto, más conocida como la bruja de Jove, denunciada en 1480 por algunos de sus vecinos y juzgada por el Tribunal de la Santa Inquisición.
El mito de las estrigias
A finales del siglo XV, el aspecto de Jove era muy diferente al que hoy se conoce. El barrio gijonés era entonces una de las muchas pequeñas aldeas conectadas entre sí por estrechos caminos, que se repartían por todo el concejo. Y en ellas las creencias ancestrales se transmitían oralmente de generación en generación. Mientras, las curanderas, a menudo aisladas en parajes inhóspitos, desarrollaban su vida en perfecta comunión con el bosque, del que obtenían hierbas con las que preparar ungüentos, pócimas y remedios.
Era un tiempo de supersticiones, de leyendas que se filtraban en la cotidianidad, y de estrigias que cobraban protagonismo. Éstas eran seres monstruosos, femeninos, con alas, de enorme cabeza, pico y garras de ave rapaz que chupaban la sangre y devoraban las entrañas de los niños recién nacidos. Decían de ellas que eran capaces de colarse por las cerraduras de las casas para así atacar a sus víctimas y conseguir el preciado líquido necesario para sus brebajes y remedios.
Las estrigias eran monstruosos seres femeninos, con alas, de enorme cabeza, pico y garras de ave rapaz que chupaban la sangre de los niños para utilizarla en sus brebajes
Teresa Prieto, el primer caso de vampirismo en España
En este contexto, sus vecinos acusaron a Teresa Prieto de ser una estriga, convirtiéndose así en el primer caso documento de vampirismo en España. Julio Caro Baroja o Juan Uría Riu son algunos de los que recogieron su historia. La historia de una mujer que tuvo todo en su contra: los miedos, las leyendas, los ruidos del bosque, las nieblas y la luz del atardecer de Jove, la llovizna, las enemistades, las envidias…
Fue denunciada, apresada y atormentada, y aunque entre aullidos de dolor siempre se dijo inocente y no confesó delito alguno, el Tribunal de la Inquisición la condenó a morir colgada.
Sin embargo, la gijonesa tuvo otro final. Prieto recurrió la sentencia de muerte, que aún no se había ejecutado, y ganó el recurso. La arrestaron y entró en prisión, pero su buena actitud y disposición ante los tribunales hizo el resto. A finales de noviembre de 1500, Teresa Prieto salió en libertad rumbo a Asturias.
Allí dormían, incautos, los niños que nunca habían conocido a la estrige de Jove, mitad mito, mitad realidad de una bruja que nunca fue tal.
mira, no conocía este caso. La verdad es que al final muy pocas brujas murieron en España por la inquisición. Si no leí mal no llegaron a 60