Existió una dictadura, existió un golpe de Estado, existió un bombardeo indiscriminado a la ciudad de Xixón y, por ello, tenemos la responsabilidad moral y legal de hacerlo, porque si no se recuerda, se olvida
El domingo se volvió a realizar el acto de homenaje a la infancia que, hace más de ochenta años, el 23 de septiembre de 1937, tuvo que abandonar su tierra, su patria, su país, para salvarse del horror, los crímenes, la violencia, la barbarie. Fueron los nombrados como niños y niñas de la guerra, proyectos de jóvenes que marchaban de España con gestos de inocencia rota e ilusiones desgarradas, de miedos y preguntas que quizás todavía permanecen.
Tengo que decir que ojalá el acto del domingo no hubiera sido necesario realizarlo. Ojalá nunca hubiéramos tenido que dignificar la figura de una infancia que se rompió al mismo tiempo que se fracturaba una sociedad por el empuje y la sinrazón de aquellos con aversión a la libertad. Ojalá nunca hubiera hecho falta un monumento, unas flores, unas palabras…y que, en nuestra ciudad, en el puerto, en la mar, que tanto está ligada a nuestro carácter, ese día de septiembre de finales de los años treinta, en vez de llantos hubiera habido risas, juegos, canciones, combas, balones… inocencia.
Pero, por desgracia, debemos seguir realizando un sentido homenaje a esa infancia que partió hacia lugares lejanos. Se debe seguir recordando ese día, pues existió una dictadura, existió un golpe de Estado, existió un bombardeo indiscriminado a la ciudad de Xixón y, por ello, tenemos la responsabilidad moral y legal de hacerlo, porque si no se recuerda, se olvida, y, si se olvida, perecen de nuevo las personas asesinadas o se blanquean y justifican las vidas truncadas. Recordar y homenajear deben tener la finalidad de dignificar a esos miles de niños y niñas que fueron separados de sus familias, subidas a un barco para llegar a Rusia, viviendo su infancia y juventud alejados de sus raíces, familia, memoria. Es mucho más fácil vivir en el olvido, de esa manera no debemos imaginar ese barco, revivir, con testimonios, la crudeza de ese viaje, sentir el dolor de aquellas familias republicanas que fueron desposeídas de lo que más querían: de sus hijos, de sus hijas. Vivir en el olvido es no sentirse culpables, como nación, de haber separado familias enteras por el temor que produce tener un pensamiento diferente. Justificar el olvido es justificar el golpe de Estado, en donde unos luchaban por la libertad y la democracia, y otros por el poder y el autoritarismo.
La historia de una ciudad, de un país, no se puede tapar, olvidar, esconder. No se puede seleccionar trozos de la misma, ni decir qué se debe saber y qué no. Soy de esa generación a la que le robaron el conocimiento. Me intentaron separar de lo que soy, pues qué es uno más que la memoria apilada de miles de generaciones que conforman el lugar donde se construye la persona. Soy de esos jóvenes que, por sus inquietudes, se olvidó de olvidar queriendo saber, en contra de mucha parte de un país, primeramente, callado por la dictadura y después, amparado en esa ilógica posición de tapar heridas a base del silencio, mecido en la ausencia de saberes. No seré yo quien critique lo andado en la Transición. Es muy sencillo juzgar lo ya pasado, lejos del contexto, sentados en la comodidad de la democracia lograda, por lo tanto, no me encontraréis arbitrando un partido desde altas gradas. No obstante, a pesar de las lagunas existentes, todo este caminar de años callados, y la admirable labor de las asociaciones memorialistas, hace que hoy se escuche un grito enorme por el saber. Por saber lo que somos, qué pasó, qué ocurrió en este país en una época tan oscura, tan dura, tan triste. Un grito imparable, pese a gobiernos, como el de nuestra ciudad, donde se juntan derecha y ultraderecha, idólatras de pasados, deseosos de silencios, defensores del olvido. A todos ellos y ellas, a todo ese gobierno de uniones ideológicas, que consideran el olvido como el lugar ideal del perdón y la sapiencia, les preguntaría si prefieren la ignorancia, la desinformación, el desconocimiento. Les preguntaría si ellos se encuentran a gusto en el dormir sin saber, sin conocer, en ese vacío que provocan las acequias de silencios, o en ese dolor que provocan los familiares asesinados en cunetas. Les preguntaría si el saber es peor para la formación de las personas, para el crecimiento de las mismas, para la construcción de una sociedad libre, orgullosa de sus éxitos como colectivo y pesarosa por su historia negra de crímenes y castigos.
En esta época en donde la información viaja a enorme velocidad, algunos siguen viviendo y defendiendo la oscuridad. El gobierno de nuestra ciudad, sustentado por aquellos habitantes de las sombras, FORO, PP y VOX, derecha y ultraderecha, se sientan en la misma mesa y deciden lo que es mejor y peor para la sociedad gijonesa. Parece mentira como un gobierno, en donde existen componentes con una ideología que hizo huir a miles de niños y niñas, pone flores y homenajea lo que en despachos desprecian: la memoria democrática. Jovellanistas, después asturianistas, sin llingua, y ahora con ideología difusa, se arriman sin complejos en Colón y en nuestra Plaza Mayor, a aquellos que prefieren una España, grande y libre, conformando un gobierno que está presente en el homenaje a los niños de la guerra sin creer en la memoria democrática, defendiendo los toros sin considerar que sea maltrato, luchando por nuestra llingua escondiéndola en nuestras fronteras, combatiendo la contaminación potenciando los vehículos…. es decir, yendo en contra de lo que somos como país – memoria – como humanidad – derechos de los animales – como región – nuestro lengua propia- y como futuro – potenciando el cambio climático.
El acto que se realiza en L´Arbeyal es uno de los más representativos sobre lo que significó para este país y esta ciudad el golpe de Estado y la dictadura. Frente a esa estatua, mirando a la mar, no se homenajea a personas asesinadas, ni se recuerda la barbarie en fosas comunes o paredones de fusilamientos sin juicios. Frente a esa estatua, mirando a la mar, estamos gritando que una guerra, una dictadura, robó buena parte de la infancia gijonesa, el futuro de millones de familias republicanas, el mañana de nuestra sociedad, pues en esos barcos cargados de inocencia, había un médico que nunca ejerció, una abogada sin toga de adulta, un costurero al que le quitaron el dedal, una albañil que se quedó en los juguetes. En ese barco había la sociedad incipiente del mañana, la semilla de una comunidad que se alejaba de Xixón dejando estela de humo de bombas y gritos de sufrimiento. Ayer, pues era ayer lo que algunos pretenden olvidar, a unos niños les impidieron tener un futuro, una esperanza en su país, en su Asturias, en su Xixón. Ayer, pues era ayer lo que algunos reniegan, a unas niñas les seccionaron sus sueños, sus ilusiones, sus raíces.
Golpes de estado hubo al menos DOS contra la Republica: El 34 y el 36. Especifica.
Los responsables de sacar esos niños NO fueron los «franquistas», fueron los republicanos. En otras partes de España no se dio. Así que a cada uno lo suyo.
Paredones y paseos hubo en los dos lados, NO se te olvide. Ahora estás obsesionado porque la mayoría ha dado la espalda a «tu tribu» de gente «progresista», y son sombríos, según tú.
Y te lo digo YO, que tengo familia «niños de la guerra» que aún vive en Rusia.
Mi reconocimiento al sufrimiento de los niños…pero MOTOS las justas….que ya fiede.