«El chantaje entre puestos de trabajo y contaminación ya no debe tener cabida en la sociedad del año 2023»
Parece que, con las últimas declaraciones del presidente del Principado de Asturias respecto a la implantación de una planta de pirólisis en terrenos de Puertos del Estado, en El Musel, el asunto ha quedado claro. No se hará.
Creámoslo. No sé si tanto a él y a sus declaraciones, como a la aplicación de la legislación vigente en Asturias.
Pero, antes de entrar en el análisis de por qué no se hará, conviene comenzar por señalar y felicitar, si finalmente todo acaba, como parece que va a acabar, a la sociedad civil por su pelea e insistencia desde el minuto uno, en denunciar y destripar un proyecto que venía (si me permiten, vamos a hablar en pasado del mismo) a incidir en la contaminación, de todo tipo, en la zona oeste de nuestra ciudad.
Aunque sea de Perogrullo, conviene tener presente siempre, en lo que respecta a la implantación de industrias contaminantes o con alto riesgo de acabar siéndolo, que la zona oeste de Gijón es una zona tensionada desde hace décadas. Cuenta con una alta presencia de industria pesada y contaminante. Y no sólo sufre su implantación, sino también los costes derivados de ella, como son las emisiones o la contaminación, no menor, derivada del transporte de los distintos productos, bien sea por carretera, por transporte ferroviario o por el Puerto de Gijón, generados por esa industria.
Con esa situación, y pese al sempiterno chantaje respecto a que las industrias vienen con trabajo debajo del brazo (69 empleos en este caso), la ciudadanía en la zona oeste no dudó en arremangarse y denunciar que la instalación de semejante proceso de gestión de residuos junto a sus casas era una idea nefasta. Algunos partidos políticos pronto se situaron de su lado, conviene también señalarlo, mientras que algún otro ‘tardó’ más en reaccionar. Por suerte, Gijón ha ido cambiando en ese aspecto, no todo está mal, y eso también hay que decirlo. De esta manera nos encontramos en la actualidad ante una situación en la que el Ayuntamiento de Gijón, parece que al completo, Gobierno y oposición, se han posicionado en contra de una instalación previsiblemente muy contaminante. Bueno, no sé muy bien qué opinan Vox o el concejal que está cobrando con un acta que no es suya, pero ni me importa a mí, ni a nadie, en realidad.
Ante esta situación de oposición y Gobierno, el reciente pronunciamiento por parte del Presidente de Asturias con las razones técnicas para decir NO a la instalación, todo apunta al fracaso del proyecto. Bien.
Los argumentos para ello son dos, aunque pudieran ser bastantes más. Por un lado, el Estudio Ambiental presentado por la empresa anuncia la importación de miles de toneladas de residuos a El Musel, para tratarlos en Gijón, cosa que no estaría permitida en base a la aplicación del Plan Estratégico de Residuos del Principado de Asturias 2017-2024.
De igual manera, también se ha señalado que la ubicación de la planta en Dominio Público Marítimo y Terrestre la hace inviable. Completando esos argumentos que, parece, blindarán su implantación, existirían, y existen, muchos más. Numerosos artículos científicos señalan que el proceso contaminante de ‘reciclar’ los residuos plásticos mediante pirólisis es de elevado riesgo para la contaminación del aire y, por tanto, de la salud de las personas; además de tener en cuenta que estos procesos conllevan por detrás un debate económico no menor.
Cierto es que, sabiendo todo esto, resulta difícil entender por qué el Gobierno regional no se ha pronunciado antes.
Pero, más que escribir sobre que la pirólisis, no es buena para la salud de los que viven cerca, de la discusión técnica sobre su proceso, del sin sentido que tiene el análisis ambiental presentado por la empresa que desea instalarse, hoy quiero escribir sobre lo que parece que ha sido la imposición de cierto sentido común, en todos los ámbitos. Sentido común, insisto, precedido por un empuje de la sociedad civil, para dejar claro que el chantaje entre puestos de trabajo y contaminación ya no debe tener cabida en la sociedad del año 2023. Que sí, que tiene que haber industria, pero no con el coste de arrebatarnos la salud. Y que hoy decimos que ‘Pirólisis no’.