Con sólo trece años, la deportista gijonesa entrena en Barcelona su salto a los torneos internacionales, mientras paladea aún sus recientes triunfos como campeona de España en individual y dobles dos años consecutivos
Futbolista, astronauta, policía, profesores… O, desde hace menos tiempo, influencer, youtuber, tiktoker y demás profesiones derivadas. ¿Qué niño es aquel que, en algún momento de su infancia, no ha soñado con llegar a ser algo concreto al alcanzar la edad adulta? Paola Piñera Celorio (Gijón, 2010) no tardó en descubrir que el tenis era su vocación. Y, por el momento, parece estar haciendo realidad ese deseo. Pese a sumar sólo trece años, esta promesa asturiana de la raqueta, admitida en el prestigioso TEC (Tennis Empowerment Center, o Centro de Tenis de Alto Rendimiento) ‘Carles Ferrer Salat’ de Barcelona, en el que se instruye una veintena de las mejores promesas del tenis nacional, ha paladeado, y con creces, las mieles del éxito los dos últimos años, al convertirse en campeona de España como Alevín, tanto en individual como por parejas en 2022, y al repetir esa misma doble hazaña, esta vez en la categoría Infantil del Nacional ‘Manuel Alonso’, este 2023. Todo un espaldarazo para una carrera fulgurante que, en breve, se expandirá a competiciones fuera de Europa, y que su propia protagonista confía en que, algún día no muy lejano, la lleve a disputar alguno de los cuatro Grand Slam que existen en el mundo.
Precoz en el descubrimiento de su pasión, a Paola le bastaron cinco años de vida para entender que era al tenis al que quería consagrar su futuro. A esa edad fue testigo de cómo su hermana mayor, Claudia, hoy de quince años, comenzaba a practicar ese deporte en los equipo del Real Grupo de Cultura Covadonga. «Iba a verla entrenar todos los días; me gustaban los movimientos que hacía. Entonces, un día le pregunté si podía jugar, me dijo que probase… Y desde entonces». Como Claudia, Paola se estrenó en las filas del Grupo, aunque su talento no tardó en hacerse patente. Buenos resultados en los entrenamientos, victorias en su primeras competiciones, una estrella cada vez más al alza… Y, con el éxito, llegaron los viajes para asistir a torneos fuera de Asturias, primero, y de España, después. Hasta que, hace ahora tres años, el TEC le ofreció una oportunidad única: formarse en sus instalaciones. Desde luego, un cambio radical, y muy acelerado, en la existencia cotidiana de una niña tan pequeña; como su propia madre, Susana Celorio, admite, «está siendo todo rápido y extraño; está en una edad en la que debería pensar en disfrutar». Sin embargo, parece que Paola lo está sabiendo encajar bien.
«No siempre estoy en Barcelona, y eso lo hace mucho más fácil», admite la joven tenista asturiana. De hecho, en la Ciudad Condal sólo pasa semanas sueltas; el resto del tiempo lo invierte en viajar para competir, o en retornar a su Asturias natal. «Cuando vengo a Gijón, quedo con mis amigos del colegio, y allí tengo otros de los torneos a los que jugaba, a los que conozco desde pequeña, y con los que me llevo súper bien», aclara. Quizá la adaptación a las nuevas rutinas escolares ha sido más delicada, aunque también ha resultado exitosa. Siendo como es alumna de segundo curso de ESO, el centro en el que estudia, ubicado en Cataluña, hace posible la presencialidad cuando Paola está allí, pero habilita clases telemáticas en caso de desplazamiento por competición o necesidades personales… Aunque, como ella misma admite bajando la voz, y sonriendo tímidamente, «prefiero los deportes. Estudiar, lo hago porque tengo que hacerlo, y sí que me gusta ir a clase, pero me quedo con el tenis».
Su buena progresión ya desde sus comienzos en el Grupo, en el que aún juega cuando retorna al Principado, ayudaron a tamizar la sorpresa por el doble triunfo en el Campeonato de España. «Me creía capaz de conseguirlo, pero fue algo inolvidable. Se podría decir que me lo esperaba, pero que también fue un poco inesperado», comparte Paola. Más aún en el caso de sus victorias de este año, en Infantil, que coincidieron con el paso de los doce a los trece años, momento en que la categoría Alevín pasó a quedársele pequeña; por eso «era un año más pequeña que el resto. Pero quien lucha y se anima, al final, gana». Es más, aparte de a esa determinación y al duro entrenamiento, atribuye el resultado a su estilo de juego, flexible y muy polivalente. «Creo que soy capaz de adaptarme bien al contrincante. Tengo bastante variación en mis golpes, y eso es una ventaja», apunta. Una cualidad que comparte con el ahora extenista ovetense Galo Blanco, quien ha sido un gran apoyo desde que optó por dar el salto a la palestra nacional y europea.
Mientras siguen endulzando su paladar las mieles de esos torneos, a las que hace apenas un mes se sumó su participación en el ITF (International Tennis Federation) de Avilés, los objetivos de Piñera para lo que queda se año son inscribirse en algún otro ITF y, sobre todo, seguir perfeccionando su juego. Todo un despliegue de perseverancia apoyado en la inspiración que la pequeña ha encontrado en sus dos grandes referentes: el español Rafa Nadal, porque «me gusta cómo se anima y lo solidario que es siempre con sus compañeros», y la estadounidense Serena Williams, de quien admira «esa manera de ser tan luchadora, ya desde que se entrenaba con su padre, aunque su estilo de juego no sea mi preferido, porque es muy plano». Ambos modelos, confía, la inspirarán para llegar a la cúspide de ese sueño de infancia que, a una velocidad pasmosa, se está materializando: llegar a disputar algunos de los ‘cuatro grandes’. Y, de hecho, con una predilección clara: el Abierto de Estados Unidos. «Me gusta mucho cómo está creado en pista dura. No es como Wimbledon, que se disputa sobre hierba, o el Roland Garros, que es en tierra, mi terreno favorito. Así que ojalá algún día me veáis disputar un US Open».