«De esa forma lenta, dolorosa, se fue dejando morir al Occidente, al Oriente y al centro. Bajar del millón de habitantes es sólo el último ladrillo de esa pirámide demográfica que el bipartidismo nos ha dejado»

Hay lugar para la esperanza, ‘tamos’ a tiempo. Asturias está en la UCI, y sólo una opción de centro, que tienda puentes y no los dinamite, que ponga al ciudadano en el centro de sus políticas, es la única capaz de hacer la RCP de forma correcta para que el Principado comience a respirar por sí solo. Esa opción es Ciudadanos.
El diagnóstico es claro: no hay un solo culpable. Los dramas que duran cuarenta años nunca tienen solo un padre. Por Madrid y por la Junta pasaron gobiernos de todos los tipos y condiciones, en una alternancia que nunca, jamás, se preocupó realmente de que Asturias tuviera de qué comer. Se despilfarraron durante el proceso millones de euros, como es habitual cuando el PSOE y el PP manejan las cuentas públicas. Si no hay policía que vigile la caja, todos sabemos lo que acaba sucediendo.
De esa forma lenta, dolorosa, se fue dejando morir al Occidente, al Oriente y al centro. Los jóvenes y las familias se vieron obligados a elegir entre su tierra y las maletas, y acabaron abandonando el Nalón, los Picos de Europa, Avilés o Siero. Bajar del millón de habitantes es sólo el último ladrillo de esa pirámide demográfica que el bipartidismo nos ha dejado.

No hay presente sin familias, sin jóvenes que quieran comenzar un proyecto de vida. Para ellos, Asturias es solo una región baldía y sin opciones. Nadie quiere irse, pero todos, al fin, se acaban yendo. Porque nada cambia con los partidos que quieren que todo siga igual. Y sin políticas que miren al futuro con valentía y previsión, el eco de una zona industrial rica y próspera tan solo será una nota al pie de página de los libros de historia.
Las familias, esa clase media exprimida que tanto ha dado y que tan poco recibe, son la base sobre la que reconstruir Asturias. Obligados a conciliar por arriba con nuestros mayores, y por abajo con los niños, para ellas comenzar un proyecto de vida en el Principado es poco menos que una quimera. Un sueño que cada vez se cumple más tarde.
Por ello, se necesitan medidas valientes, con los ojos puestos en los próximos veinte años. Asturias tiene que dejar de ser el paraíso de la presión fiscal y ofrecer a sus jóvenes el impulso que necesitan para crear empresas, para innovar, para que puedan sentirse felices y puedan guardar las maletas en el trastero. Lo de siempre, ya se ve, no funciona.
La supresión del injusto impuesto de sucesiones, la rebaja del IRPF en el tramo autonómico, las ayudas a la conciliación, la gratuidad de la educación de 0 a3 años y de todos los libros y materiales escolares, las ayudas para cuidar a nuestros mayores o la promoción de medidas como el teletrabajo o la jornada laboral flexible, son sólo algunas de las recetas que pueden dar otro balón de oxígeno a nuestra región.

En Ciudadanos somos más de hacer que de decir lo que hay que hacer. Así lo hemos demostrado en la Junta, en los Ayuntamientos donde hemos gobernado y donde hemos ejercido la oposición. Venimos a la política con una trayectoria profesional que nos avala, y tenemos un lugar al que volver. La política, entendemos, se ha de ejercer como una vocación de servicio público y somos conscientes de la exigencia del reto: el futuro de nuestros hijos depende de ello y tenemos que dejarles un futuro mejor que nuestro presente.
No podemos perder otros cuatro años. Dice el PSOE que «llegó el tiempo de Asturias», como si los últimos cuarenta años no hubieran existido, o hubieran sido un mal sueño. El PP, entre tanto, habla de la oportunidad del cambio y olvida que desperdició las dos ocasiones en las que pudo gobernar por sus rencillas internas. Por eso, la única alternativa posible, el verdadero voto útil, es que personas como tú, con los mismos problemas y preocupaciones que tú, sean quien puedan decidir el futuro de Asturias.