Dice la titular del Ministerio que en breve podrá anunciar buenas noticias respecto a Arcelor Mittal después de varios meses de negociaciones, pero de momento no suelta ni prenda
Sin duda estamos en una semana que hará historia. Después de más de un año calamitoso, trágico, oscuro, casi sin esperanzas, el próximo sábado volveremos a vernos las caras. Las mascarillas dejarán de ser obligatorias en los espacios públicos gracias al incansable trabajo realizado para que los niveles de vacunación hayan alcanzado las cuotas suficientes como para liberarnos de un adminículo que ni por asomo pensamos que se convertiría en un elemento más de nuestro atuendo.
No ha habido un momento en mi paseo diario en el que la retirada de la mascarilla no haya ocupado todas y cada una de las conversaciones al igual que una pregunta repetida: “¿ya te vacunaron?”. Una pregunta hecha con esperanza, con un tono bien diferente al de los oscuros meses de una pandemia que sigue con nosotros, pero a la que, por lo menos, ya podemos plantarle cara.
El sábado volveremos a vernos las caras y ya no valdrán las muecas y se podrán ocultar las verdades gestuales. Las nuestras con nuestras amistades y las de los políticos con sus promesas y anuncios. Y digo esto después de haber escuchado y leído durante todos los últimos días a la Ministra de Industria, Reyes Maroto.
Dice la titular del Ministerio que en breve podrá anunciar buenas noticias respecto a Arcelor Mittal después de varios meses de negociaciones, pero de momento no suelta ni prenda. También ha dicho que el Gobierno está dispuesto a recuperar la soberanía industrial del país. En ambos casos, las palabras de Maroto tienen especial trascendencia para Asturias en general y para esta ciudad en particular.
Reivindicar la soberanía industrial de España representa un cambio radical en la política económica de nuestro país. Supone que después de treinta años hablando de la economía de los servicios abandonando la posición de nuestras empresas en muchos sectores, tal vez la pandemia ha tenido un efecto positivo para poner en evidencia nuestra debilidad para producir en otros sectores más allá del ámbito sanitario. Alguien parece haberse dado cuenta de que debemos recuperar nuestra influencia en los foros internacionales en los que se toman las decisiones.
Si las palabras de la Ministra de Industria se traducen realmente en hechos, se beneficiará a Asturias y por ende a esta ciudad donde contamos con los fundamentos y el impulso necesarios para afrontar la nueva etapa de crecimiento mundial en la que estamos entrando. Si realmente se concretan las buenas noticias para Arcelor; si realmente el Gobierno apuesta por recuperar la soberanía industrial de este país, la labor ingente de las instituciones más cercanas, los ayuntamientos, lo tendrán menos complicado para generar empleo cualificado, crear procesos y productos innovadores y, en definitiva, superar los últimos años de declive tras la última crisis económica.
A estas alturas y después del peor año de nuestras vidas, la bajada de la mascarilla se convierte una estupenda alegoría de lo que los ciudadanos llevamos gritando hace años: queremos hechos y no palabras. Escuchen esas voces.