«No vamos a transigir queremos cambiar el sistema y recuperar el mundo anterior, nos parecen decir, especialmente en Asturias, nuestra región. Demasiado ambicioso asemeja «yo para ser feliz quiero un camión» cantaba en los finales de los 80 el gran Loquillo y su banda de Los Trogloditas«
Llegan las buenas noticias de todo lados, tras los brutales confinamientos consecuencia de la pandemia de la Covid19, llega la crisis de suministros derivada del arranque de los motores de la economía mundial, y todo ello era nada, solo el principio. Putin y sus asesores deciden buscar una posición global digna y acorde con la amada Madre Rusia. Lo que nos parecía la recuperación de la normalidad anterior a la pandemia salta por los aires. Es un sueño y eso mejor lo vamos olvidando, ya nada volverá a ser como antes.
A todo esto en España nos dedicamos a colaborar con el desbarajuste histórico sin darnos cuenta que somos occidente y nada de occidente nos es ajeno, mientras deberíamos ser más astutos, nuestra posición histórica nos puede favorecer y mucho en esta generación y en este momento.
La huelga de parte del sector del transporte pone sobre el tapete del Estado Español un nuevo órdago. No vamos a transigir queremos cambiar el sistema y recuperar el mundo anterior, nos parecen decir, especialmente en Asturias, nuestra región. Demasiado ambicioso asemeja «yo para ser feliz quiero un camión» cantaba en los finales de los 80 el gran Loquillo y su banda de Los Trogloditas.
Por supuesto no faltan los oportunistas, pretendidos políticos y políticas que han hecho o sueñan con hacer de la política su profesión. Craso error, la política es una vocación, una afición o en el peor de los casos un interés puntual por cambiar determinadas cuestiones, nunca puede ser una profesión. Y esta clase de participes de lo público aparecen y se muestran como el primero de los elementos que están poniendo en peligro real la democracia española.
Estos pretendidos o supuestos políticos y políticas echan gasolina sobre las protestas y los conatos de incendio de la digna indignación de los españoles, como antes lo hicieron con movimientos como el 15 M los aliados de Maduro, con la intención cumplida de llevarse por delante el gobierno de Mariano Rajoy.
Hoy desde el otro extremo del espectro político se repite la misma estrategia, en este caso con tal de cargarse al Gobierno de Pedro Sánchez. Contra peor mejor, vamos a hundir el país que nosotros tenemos donde sujetarnos y lo que les pase a los que viven de su trabajo ya se verá, esa es la cola de nuestras prioridades, primero nosotros que tenemos muchos privilegios que defender, de un extremo y del otro.
Nadie habla de los problemas estructurales de un sistema productivo ahogado en la corrupción grande y pequeña. Donde los sacos con billetes de quinientos euros, ahora de 200, dignos de una película gringa de mafiosos, siguen circulando al día de hoy y donde siempre, en todos los estudios internacionales de fiabilidad como Estado, la corrupción termina bajando nuestro ranking diez puestos como mínimo. Este es otro de nuestros problemas estructurales.
Estamos en un momento histórico donde no todo vale o no debería valer. Millones de trabajadores y autónomos siguen sosteniendo este país mientras unos y otros lo están poniendo en riesgo envueltos en micrófonos y afán de protagonismo. La política está para servir a la solución de los problemas de la gente, no para resolver los problemas de los que hacen o creen que están haciendo política.
Busquemos el acuerdo, seamos inteligentes, nos va mucho en ello, en este momento y este ahora probablemente nos va todo, para esta generación en la que escribo y para la siguiente. No podemos destruir una democracia que se ha mostrado suficientemente eficaz y respetada mundialmente, en aras de una lucha basada en la bronca y las falsas promesas. España merece mucho más, consenso y dialogo, un país en el que los unos y los otros nos podamos mirar a los ojos con la tranquilidad de sabernos todos españoles y sentirnos en casa.
Luis Manuel Madiedo Hontañon