«¿Dónde hay otro sitio para aparcar en Laviada?», se pregunta su presidente vecinal
Con menos coches y aspecto abandonado. Así luce estos últimos días la conocida como explanada de Peritos, que desde ayer a las diez de la mañana dejó de permitir el paso a nuevos vehículos y consumó el cierre de las 260 plazas de aparcamiento que darán paso al edificio orientado al alquiler joven que proyecta la Consejería de Ordenación de Territorio, Urbanismo, Vivienda y Derechos Ciudadanos junto al Grupo Avintia. Desde el Ayuntamiento se han reservado concretar algunas medidas en relación a los cambios que está sufriendo la ciudad en el número de plazas de aparcamiento, pero han admitido estar «trabajando» ya en ello. «Estamos pensando alternativas para el entorno de Peritos y otras zonas de la ciudad, pero de momento no podemos concretar más», zanjó ayer el portavoz Jesús Martínez Salvador.
En mitad de la reducida flota, una de las trabajadoras de la Empresa Mixta de Tráfico de Gijón apunta las matrículas de los vehículos rezagados «para saber si se trata de alguno de los 100-110 abonados al parking» o pertenece a «algún despistado». Desde la EMTG calculan que «cerca de un 50% de usuarios» habrían aceptado la alternativa de trasladarse al aparcamiento en el entorno del albergue Covadonga, aunque resulta difícil de contabilizar porque más de uno se lo sigue pensando. La opción provoca «descontento en general» de una mayoría, porque «para muchos está demasiado lejos», comenta la responsable.
Esa es la situación de Celia Camino, vecina de la calle Prendes Pando y ya «ex-abonada» al aparcamiento. En su caso dirá adiós al bono en Peritos porque el parking alternativo «está a un kilómetro» del actual y el trayecto no le compensa. A partir de ahora la alternativa será ponerse a «dar vueltas» por la zona cada vez que quiera aparcar y hacerse titular de la tarjeta de residente para la zona azul. «Aún sí, va a ser un rollo porque en mi caso vuelvo de trabajar a las ocho o nueve de la noche y a esa hora no hay ni un sitio libre», relata.
Utiliza la palabra «indignación» para explicar lo que ocurre ahora mismo «con el tema del aparcamiento en la zona de Laviada» desde que también se eliminasen las cerca de 40 plazas que había en la avenida de la Constitución para establecer el carril bus. El presidente vecinal, Florencio Martín, ‘Floro’, habla de la «rabia» de muchos residentes en la zona tras la pérdida en Peritos y confiesa entenderles porque: «¿dónde hay otro sitio para aparcar en Laviada?». Martín analiza lo que ocurre en el barrio como una «situación bastante particular», porque la mayoría de construcciones en la zona «son edificios antiguos que no cuentan con garaje privado” y las plazas disponibles pueden alcanzar los 100 euros de alquiler. El líder vecinal considera que «hay que buscar sitios para aparcar antes de cerrarlos” y en este caso, el entorno del Albergue Covadonga «no es una opción satisfactoria para muchos usuarios».
El grupo de trabajadores de un comercio cercano al recinto, en avenida Manuel Llaneza, expresa sin rodeos: «A nosotros nos fastidiaron pero bien». Muchos necesitan desplazarse en su vehículo para acudir al trabajo y aparcar donde el albergue supone sumar 15 minutos de trayecto cada mañana. La alternativa que hasta ahora valoraron pasaba por abonarse al parking subterráneo del centro comercial de Los Fresnos, más cercano al entorno de Peritos, pero «se debió de absorber tanta demanda de los que estábamos aquí estos días que pararon de emitir más abonos». A partir de ahora pagarán los 8 euros al día que cuesta estacionar en zona azul pero aún así, subrayan que «el aparcamiento por aquí está imposible, puedes estar 40 minutos buscando».
260 plazas de aparcamiento y el espacio de recreo diario para muchos perros de la zona
Otra vecina en Manuel Llaneza lamenta en menor medida la pérdida que el cierre supondrá para ella. Era usuaria menos habitual de Peritos; solo estacionaba alguna que otra vez porque, a su parecer, incluso en el parking resultaba «difícil» encontrar un sitio muchas veces. Aunque dentro o fuera del recinto, la tónica general cuando su marido y ella cogen el coche es la de «dar vueltas y vueltas» por Laviada para encontrar «algo libre». Habla sobre el aparcamiento pero lo hace desde el césped que este tiene al lado y en compañía de su perro.
Este gran espacio verde constituye un importante parque para perros que se ha convertido, a juicio de sus usuarios, el «gran olvidado» del cierre del solar. Así lo manifiesta Loli García, una de las «cerca de 60 personas» en las que cifran al grupo de asiduos a Peritos. El césped era hasta ahora lugar de esparcimiento diario para muchas mascotas de la zona, llegando a bajar «varias veces al día» al mismo lugar. Loli y su hermana Isabel, residentes en la calle Cangas de Onís, bajaban con su perra Kiara para que esta jugase con Ronny, el compañero de cuatro patas de Ricardo. Este lleva viniendo con él a Peritos desde que nació hace 8 años y ahora teme que «caiga en depresión» porque echará de menos su parque.
Los tres están de acuerdo en que en la ciudad «se debe dar buena cobertura a los miles de perros» que viven en ella, y tener espacios en los que estos «puedan hacer sus necesidades» sin ensuciar la calle o alguna otra zona verde no reservada para canes. «En el parque de Laviada ya no podemos ir, a plaza de Europa tampoco y el Solarón o los Pericones nos quedan más lejos», cuenta Loli, quien también alude a la buena convivencia entre animales y coches ya más que consolidada. Recuerda que en más de una ocasión, el dueño de algún animal se convirtió en testigo de más de un incidente entre vehículos, cuyo testimonio se ayudaba a poner fin a reyertas. Al margen de su perra Kiara y en materia de coches, esta vecina admite que entiende el desasosiego que muchos ya sufren para aparcar en el barrio porque lo vivió durante años en sus propias carnes. «Había días que tardaba dos horas en encontrar un sitio y decidí cortar por lo sano y cogerme plaza en un garaje por aquí. Pago 121 euros pero mi coche está nuevo y así no temo que le pase algo», narra.
En ese sentido, las dos hermanas comprenden a aquellos abonados ahora reticentes a trasladarse a las plazas del albergue Covadonga por su ambiente. «Es una zona bastante conflictiva e insegura, entiendo que a muchos les preocupe dejar su coche por la noche allí y ver cómo se lo encuentran al día siguiente», argumenta Isabel. Además, ambas recuerdan que esas explanadas de momento libres también tienen «los días contados»: pronto se levantarán edificios como el que ocupará el ya cerrado Peritos.