Junto con algunos compañeros, aunque solo el delegado entró en el establecimiento, fueron a comprarlas a Almacenes El Águila, negocio que estaba situado en la calle San Bernardo
Sabido es que las primeras camisetas se compraron poco después de la fundación del club y que los colores elegidos habían sido los de la bandera marítima de la ciudad: el rojo y el blanco. Unos colores que han marcado la uniformidad de casi todos los clubes representativos de la ciudad en prácticamente todos los deportes. El rojo y el blanco fueron los colores elegidos también para el primer club de fútbol habido en la ciudad, el Gijón Sport (fundado en 1902) y están presentes en los equipos del Grupo Covadonga, en el Telecable Hockey Club, en el Balonmano Gijón, en los distintos clubes de voleibol que compitieron y compiten a nivel nacional (del bicampeón español Longchamps al Cid Jovellanos), en el Gijón Rugby Club, en el Gijón Basket y en el desaparecido Gijón Baloncesto… son excepciones aquellos equipos que optaron por uniformidades que no llevaran los colores de la bandera local.
Se delegó, según Joaquín Aranda, en la persona de Conrado Pineda para responsabilizarse de la gestión para adquirir las camisetas. Junto con algunos compañeros, aunque solo el delegado entró en el establecimiento, fueron a comprarlas a Almacenes El Águila, negocio que estaba situado en la calle San Bernardo, frente a la conocida tienda de vinos El Xoveru. Era un gran comercio con un pequeño taller especializado en la confección y venta de trajes de caballero y vestidos de señora y también en ropa infantil, muy especialmente para fiestas y primera comunión. El negocio era propiedad del abogado barcelonés Pere Bosch y tenía unos grandes talleres centrales de sastrería en Barcelona, además de los que poseía en la trastienda de cada comercio.
Poseía, además de la central de la capital catalana, otras catorce sucursales por toda España y, junto con los grandes almacenes Londres, ubicados en la plazuela de San Miguel, marcaron el rumbo del comercio local durante mucho tiempo. Y es que Almacenes El Águila fue pionero en la ciudad y uno de los primeros grandes almacenes que hubo en España. Sus técnicas de márquetin eran avanzadas, modernas. Se instalaban en el centro de las ciudades más pobladas del país y empleaban todos los medios posibles para publicitarse: prensa y reparto de folletos. Y, por supuesto, todo lo podían conseguir. Los jóvenes fundadores del Sporting recurrieron a estos almacenes quienes encargaron inmediatamente la confección a sus talleres de Barcelona para los primeros pedidos. De allí salieron las primeras camisetas sportinguistas.
Una vez recibidos los patrones y el algodón apropiado en los almacenes de Gijón, se confeccionarían directamente en la sucursal asturiana. Almacenes El Águila fue, durante los primeros tiempos de existencia del club, el único suministrador de las camisetas rojiblancas del Sporting. Más tarde, ya en los años veinte, se recurrió a la avilesina sastrería Azcárraga, propiedad de la familia Menéndez-Azcárraga y que tuvo una vida más que centenaria. Las camisolas las realizaban personal experto en la confección, muchos de ellos catalanes, que trabajaban en la parte superior del comercio que regentaba Benjamín Menéndez-Azcárraga. Y es que esta empresa avilesina suministró, a mediados de los años veinte, equipaciones a algunos de los clubes más representativos de Gijón, no únicamente al Sporting, el Club Gijón o el Cimadevilla lucieron camisolas manufacturadas por ellos. Por supuesto, en ambos casos, sus colores tenían un poso de identidad.
El rojo gijonés en los primeros y el azul de los hombres de la mar, junto con el amarillo (algunos sostienen que hace referencia a la arena) de los segundos. Porque tal fue el origen de la equipación del conjunto “playu” por excelencia. Janel Cuesta -probablemente el mayor conocedor de la historia del deporte asturiano y que fue durante muchos años miembro del club, tanto como nadador, como de directivo de la sección de natación y como socio de la entidad- conoció por boca de los fundadores la historia del uniforme de la resucitada -por segunda vez- sociedad deportiva: eligieron un atuendo completamente azul en su origen, camisola y pantalón de idéntico color (y así aparecía en el correspondiente listado de asociaciones deportivas correspondiente al año 1920 y que estuvo obrante hasta su desaparición en el Archivo Histórico de la Provincia de Oviedo) como homenaje a los trabajadores de la mar. Incluso sus primeras camisolas y pantalones fueron hechas de la tela mahón de las vestimentas de trabajo. No fue hasta su segundo año de vida cuando se pasó al actual azul y amarillo. ¿La razón? Muchos encontraron demasiado “soso” el uniforme fundacional y decidieron añadir un segundo color. Algunos sostienen que la elección de éste se hizo como homenaje a la playa que da nombre a los habitantes del barrio. Pudiera ser.
En cualquier caso, la confección de las vestimentas de los equipos de fútbol perdió el peso que tenía en favor de las grandes marcas y del llamado “fútbol negocio”, pero los sastres y las empresas familiares retomaron su protagonismo con la llegada de los “uniformes de paseo” de los clubes. Así, en 1969, Daniel Pinín -quien fuera empleado y directivo del club y padre del actual vicesecretario de la Federación Asturiana de Fútbol y que fue empleado también del Sporting durante más de dos décadas, Daniel Pinín González– contactó con la Sastrería Farrás se hiciera cargo de confeccionar los trajes de la plantilla para sus desplazamientos fuera de Gijón. La empresa asturgijonesa fundada por la familia de origen catalán Farrás, accedió a confeccionarlos de forma gratuita. Ni siquiera la tela, traída, desde Sabadell, costó dinero alguno al club. Los bordados de los escudos fueron realizados por las monjas del convento de las Carmelitas Descalzas de Viesques. Por supuesto, también realizados de forma altruista. En el verano de 1969 fue presentada la primera equipación de paseo del equipo en el Real Club Astur de Regatas de Gijón. Unos años después, tras la familia Farrás, llegó el turno de otra empresa familiar gijonesa, la Boutique Juan, regentada entonces por Juan Amador González y que aún permanece abierta en la calle Covadonga, vistió durante años al equipo rojiblanco. Tras estos, llegó el Corte Inglés con su marca Emidio Tucci, para encargarse de vestir de calle a la primera plantilla sportinguista.
La familia Farrás, eso sí, siguió vinculada al deporte gijonés, y en el año 2008 Sporting y Espanyol se enfrentaron en Luarca en el partido del Trofeo José María García. La elección de este rival por parte de los rojiblancos no fue casual, se trataba de homenajear a José Luis Farrás, gran aficionado a ambos equipos y que fomentó sin descanso el deporte en el concejo de Valdés. Hoy en día, Pepe Farrás es delegado del equipo gijonés de voleibol Cid Jovellanos. La saga, de alguna forma, continúa.