…una vez “elegido” nada de lo prometido

Aprovecho este dicho popular que parafraseo con un ligero cambio del participio para adaptarlo y resumir en una sencilla frase lo que han sido todas las campañas electorales y del “déjà vu” que cada 4 años se repite.
Día sí y día también, pueden apreciar y comparar cuan magnánima o faraónica pueden ser las promesas. Me asombra la confianza plena con la que se anuncian, como si de un truco de magia se tratase y sencillamente diciendo “Abracadabra” se hiciesen realidad.
En mis más de tres quinquenios de mi diáspora laboral, no he parado de ver absorto, decepcionado, triste y, a veces, malhumorado, la inacción que los gobernantes de distintos grupos políticos han manifestado, mandato tras mandato, en nuestro querido Gijón.
He sido un orgulloso embajador de esta ciudad, pero la pena siempre me ha inundado cuando la comparaba en los diferentes aspectos con otras 2 ciudades del norte de España donde he residido, mis queridas Bilbao y Pamplona. Cada vez que tenía la oportunidad de volver, fuese por navidades o por verano, en mis paseos por la ciudad siempre me imaginaba la cantidad de cosas que veía y que se podrían mejorar y trasladar a Gijón para hacer la GRAN ciudad que Gijón se merece ser y que puede ser, el GRAN GIJÓN.
Después de tanto tiempo y de tantos deseos en mi imaginada Gijón, me di cuenta que el problema de la ciudad es la ineptitud de generar un ambicioso y sostenible proyecto global a largo plazo y que perdure en el tiempo.
Como os indicaba, en mis visitas, las comparaciones paralelas de cómo se sucedían los proyectos en las ciudades donde residía con Gijón eran recurrentes e inevitables. Cuando intentaba explicar o comentar a mis familiares, amigos y conocidos de Gijón, se me venía a la mente una frase que se hizo popular en una famosa película futurista de ciencia ficción, Blade Runner, “He visto cosas que ustedes nunca hubieran podido imaginar”.
He visto atónito como se creaban barrios que hoy son referentes, como se construían museos, como se recuperaban zonas en el centro conviviendo en armonía zonas verdes, edificios públicos y viviendas, como se construía un intercambiador centralizado y subterráneo de transporte donde confluyen tren, metro y autobuses urbanos e interurbanos, como se recuperaba las riberas de la ría y se generaba un entorno habitable y un largo etc.
¿Por qué hacía el uso de esa frase? Porque me daba la sensación de que hablaba de un Gijón futurista e inalcanzable viendo el Gijón que presenciaba y el presente.
Aquí podemos presumir de proyectos paralizados, inacabados o ni siquiera comenzados; el Solarón, la intermodal, el distrito azul, el muro de la playa, un metrotren, el vial de Jove, la ampliación del parque tecnológico, la ZALIA, Tabacalera y un sinfín de cosas más soportadas por costosas infografías, maquetas o estudios que caen en un cajón.
Y aprovechando que algunos de estos han empezado a formar parte de la desidia o el olvido de los gijoneses, por asimilarlos en su día a día al escaso valor de las promesas y la nula visibilidad de futuro, ahora podremos incluir a esta lista más promesas, aparcamientos, peatonalizaciones, nuevas dotaciones y grandiosas construcciones municipales, brigadas especiales, condonaciones y otro largo etc. que día tras día van surgiendo sin base ni criterio hasta el día de las votaciones.
Lamento informaros que ese proyecto no se genera con promesas oportunistas lanzadas para la captación de unos votos; lo generan profesionales que tengan la “virtud” y experiencia para desarrollar una planificación en tiempo, coste y forma.
Por lo tanto, “Si quieres resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo” (Albert Einstein)
