La psicóloga se pone al frente del nuevo grupo de duelo para padres y madres que la Fundación Sara López Falcón organiza en Gijón
El proceso de duelo es siempre un momento complicado, pero en el caso de la pérdida de los hijos, el duelo de los padres puede enmarcarse como uno de los más difíciles de gestionar. En ayudar a estos padres se centra parte de la actividad de la Fundación Sara López Falcón, con sede en Gijón y que organiza un grupo de terapia de duelo para padres y madres por pérdida de sus hijos. Mañana, en el C.M La Arena, tendrá lugar la primera de estas sesiones.
Detrás de esta organización se encuentran Charo Falcón y José Antonio López, padres de Sara López Falcón, fallecida prematuramente a causa de un cáncer. Su legado se mantiene ahora vivo a través de los distintos proyectos de esta Fundación, que ha confiado en la psicóloga Eva Martín de la Rosa para dirigir estas jornadas de duelo. Charlamos con ella sobre pérdida, las etapas del duelo o la “reticencia” que aún existe en la sociedad a la hora de hablar de la muerte.
¿Por qué se crea este grupo de duelo para padres y madres que han perdido a sus hijos? ¿Qué necesidad se detecta?
Se crean, en parte, porque en el duelo individual muchas veces no hay ocasión de poder expresarse con otras personas que hayan pasado situaciones similares. Hablar de la muerte en nuestra sociedad sigue siendo un tabú y más cuando se trata del fallecimiento de un niño. No cuadra con nuestras expectativas, no es ‘lo que tiene que pasar’. Por eso estos padres se encuentran en numerosas ocasiones con actitudes de silencio por parte de personas que no saben reaccionar y, por ejemplo, evitan el tema.
Estas sesiones ayudan a procesar un poco todo. Y a ponerle voz: la escucha, la comprensión, el aliento de personas que viven un momento parecido, es muy importante.
¿Cómo se enfocan estas sesiones?
Nos reuniremos cada 15 días durante un tiempo estimado de hora y media. La idea es, por un lado, ser compañeros en el duelo, que estas personas tengan ese espacio de escucha. Pero también trabajaremos formándoles para que sean capaces de ayudar a otros en una situación similar.
El impacto emocional de este tipo de situaciones normalmente es de tal magnitud que incluso a veces se tiene la sensación de estar viviendo una situación irreal
¿De dónde viene ese pavor que existe en la sociedad a hablar sobre la muerte? ¿Qué podemos hacer para cambiarlo?
Es un problema con la muerte en general. Es un tabú, nadie quiere oír hablar sobre ella y, como todo, parece que si no lo nombras no existe. Para cambiarlo debemos convertir la muerte en un tema del que se pueda hablar, como se hace con cualquier otro, algo que no estamos acostumbrados a hacer. Ese sentimiento de pérdida es algo que, una vez sucede, nos acompaña toda la vida. Algo con lo que se aprende a convivir.
¿Cómo son, para los padres, esos primeros momentos en el duelo por sus hijos?
El duelo varía muchísimo en función de lo que se haya vivido previamente. No es lo mismo un duelo por una enfermedad larga o por un accidente de tráfico. Son momentos distintos. Pero sí que es verdad que el primer estado sería ese shock inicial. El impacto emocional de este tipo de situaciones normalmente es de tal magnitud que incluso a veces se tiene la sensación de estar viviendo una situación irreal, como si estuvieras viendo una película.
Una vez superado ese primer momento llega una etapa más de negación, de incredulidad al ser incapaz de creer que algo así haya sucedido. Y es algo que los padres suelen repetir una y otra vez, ‘¿qué ha pasado?‘ La percepción del tiempo cambia y además son momentos en los que hay que tomar muchas decisiones muy deprisa sin apenas fuerzas para hacerlo.
El dolor final, cuando somos capaces de asumir lo sucedido, es tan grande que produce una especie de anestesia de los sentimientos, que es una estrategia inconsciente para contrarrestar el dolor. ‘No siento, no duele tanto’. Y aparece esa etapa más de abatimiento, incluso de culpa en pequeñas decisiones que se han tomado en el pasado. ‘¿Por qué no fuimos a ese viaje?’ ¿Cómo no hicimos aquello?’.
Hablar de la muerte en nuestra sociedad sigue siendo un tabú y más cuando se trata del fallecimiento de un niño
Son momentos en los que muchos padres renuncian incluso a salir a la calle.
Sí, es así. A veces por no encontrarse con personas que no van a saber cómo tratarlos. Con buena intención, pero muchas veces queriendo ayudar hacemos justamente lo contrario. Y viene un poco por lo que comentábamos al principio, por ese problema que tenemos como sociedad de no afrontar el duelo y la muerte. Nos resulta difícil afrontar sentimientos negativos de cualquier tipo y, en especial, la tristeza. Todo el mundo puede entender que alguien esté enfadado, molesto o nervioso, pero esa tristeza nos cuesta, sobre todo cuando conlleva tanto dolor emocional.
¿Y cómo es, tras la pérdida de un hijo, esa relación de pareja entre los padres?
Hay que tener en cuenta que estamos ante uno de los peores escenarios inimaginables. La pérdida de un hijo no es natural, por así decirlo. Se entiende que fallecerán los padres, pero no los hijos. En estas parejas cada cual encuentra algo a lo que agarrarse. Ese “algo” por lo que querer seguir adelante. En el caso de esta fundación, nace porque los padres de Sara ven en ella un legado, algo por lo que, de alguna manera, vivir. Y es que al fallecer tan joven, en una etapa de la vida donde todavía queda mucho por hacer, los padres tratan de reconstruir de alguna manera esa vida, darle un sentido y continuar ese camino que quizás sus hijos no han podido hacer. Darle un sentido a lo que están sintiendo y también a lo que han vivido.
En la familia, además de los padres, encontramos habitualmente también hermanos y hermanas del fallecido que también deben afrontar ese duelo. ¿Cómo es para ellos esta situación?
Los hermanos tienen que elaborar su propio duelo. Es una situación complicada, pero es verdad que es un duelo un poco diferente. Una relación entre hermanos es normalmente una relación entre iguales y se canaliza de otra forma. En estos casos, por ejemplo, sí que suele ir muy bien la terapia individual.
Todo el mundo puede entender que alguien esté enfadado, molesto o nervioso, pero esa tristeza nos cuesta, sobre todo cuando conlleva tanto dolor emocional
¿Qué te gustaría decir a esos padres que están actualmente en el proceso de duelo, tras la pérdida de sus hijos, quizás pensando en acudir a una de estas sesiones?
Creo que no necesitan ser “animados” para venir. Todos son bienvenidos, pero tienen que encontrar su propio momento. Y es totalmente normal que al principio todo cueste mucho. Tras la pérdida de un hijo, de alguna manera, hay que aprender a vivir de nuevo. Y se necesita un guía para poder hacerlo. Ponerle voz y seguir construyendo, y la mejor manera es empezar a elaborar su propio duelo.
“Eso que tú me das”, el último documental que Pau Donés realizó junto a Jordi Évole poco antes de fallecer está plagado de reflexiones íntimas sobre la muerte que no estamos acostumbrados a oír. Sin embargo, es, sobre todas las cosas, un canto a la vida.
Habla de otro tipo de duelo, un auto duelo, pero es verdad que también puede ayudar y personalmente me gusta mucho. Se vive de cerca la enfermedad y la muerte de una persona joven. Siempre decimos que lo que más sorprende es que, al final, es más un canto a la vida que otra cosa. Con esperanza, con motivación y enseñando lo importante de la vida.
Pero aunque este tipo de documentales puedan ayudar, creo que la mejor película es la propia. En el sentido de que cada uno tiene que elaborar la suya y es un poco lo que vamos a intentar con el grupo.
Si necesitas más información sobre estos grupos de duelo para padres por la pérdida de sus hijos, puedes ponerte en contacto con la Fundación a través del teléfono 659 403 455.
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