«Curiosamente, todo esto se produce, véase el incendio del monte Naranco (Oviedo) a última hora de la tarde o por la noche, cuando ya no hay luz y los helicópteros e hidroaviones no pueden volar»

El acelerado calentamiento global está acarreando que una región hidráulicamente solvente esté con déficit de recursos hídricos. La sequía por falta de precipitaciones en un tiempo prolongado y el aumento de las temperaturas hace, por un lado, que nuestros embalses, esas pequeñas burbujas a las que acudir en caso de incendio, se encuentren vacíos.
Temperaturas superando los 20 ºC durante una semana, ausencia de precipitaciones abundantes, vendavales importantes azotando, decenios y decenios de sobreplantación de eucaliptos como método de reforestación y para producción de pasta celulósica, plantación de pinares y otros géneros resinosos (piceas, abetos…), nula limpieza de los bosques, ninguna medida de prevención de incendios a base de cortafuegos estudiados, instalación de barbacoas en áreas recreativas periurbanas imbuidas en este tipo de plantaciones, etc., son algunos de los reproches que podrían dirigirse a la Administración regional. A ello hay que añadirle la escasa inversión en capital humano como el engrosamiento de las plantillas de bomberos y guardias forestales.
Pero a los 121 incendios declarados en nuestro Principado de Asturias hay que achacarle también la delincuencia personificada y, por ende, deliberada, como forma de venganza. En Asturias y en Cantabria, las cifras de ganaderos condenados por provocar intencionadamente incendios son muy elevadas respecto al total de la causalidad, se habla de en torno al 90 %, y el porcentaje restante es fruto de accidentes o incendios involuntarios.
Los bosques son muchas veces considerados como enemigos para aprovechar la pérdida de los usos forestales y la ulterior regeneración herbácea, así pueden destinarse a pastos. No menos frecuentes son las venganzas o rivalidades entre vecinos o familiares por la propiedad o el usufructo de unas fincas u otras. Otra práctica a la que se acostumbra es a la quema sin previo aviso y permiso de árboles, rastrojo o restos de poda.
Curiosamente, todo esto se produce, véase el incendio del monte Naranco (Oviedo) a última hora de la tarde o por la noche, cuando ya no hay luz y los helicópteros e hidroaviones no pueden volar. Se ha debido recurrir a la ayuda de la UME, se ha desalojado a 400 personas, se ha temido porque alcanzase una gasolinera en Valdés, gran cantidad de carreteras han sido cortadas por el avance de las llamas, ciudades como Gijón y Oviedo sucedieron al occidente asturiano y toda Asturias ha amanecido oliendo a eucalipto quemado.
Lo peor está por llegar porque las fuertes ráfagas de viento, en ocasiones superior a 100 km por hora, y la lejana aparición de lluvias no contribuyen en nada a sofocar los incendios. Es momento de actuar con solidaridad y de pensar razonadamente desde los estamentos gubernamentales con el objeto de reflexionar sobre qué medidas penales se pueden llevar a cabo contra los pirómanos, pero también reconocer sus errores y trabajar por planificar los bosques con criterios paisajísticos sostenibles. Los pirómanos: los culpables, sí; la Consejería de Medio Rural y la de Medio Ambiente, responsables subsidiarias por permitir que esto se produzca. Asturias, la perla cantábrica. Asturias, «verde de montes y negra de» … ¿de cenizas?
Ya para terminar, como asturiano y como protector de nuestro patrimonio, me gustaría y me sentiría más reconfortado si nuestros dirigentes políticos se preocupasen más de no salir en todos los medios nacionales diciéndole a un negocio cómo hacer una campaña de publicidad sobre hamburguesas «maduritas» o preocupándose si Ana Obregón compra o deja de comprar un bebé. La ley de Murphy es inexorable: hoy Asturias está en todos los medios de comunicación del país porque está ardiendo, porque la están quemando. Nunca será suficiente el agradecimiento por el encomiable esfuerzo de todos los voluntarios y bomberos que están poniendo sus vidas al favor de los demás contra la extinción de estos incendios que nos están calcinando.
