«Nosotros como catalanes hemos pasado una época muy estresante. Eso, quieras que no, nos ha tocado la esencia de cada uno de nosotros», cuenta el vocalista de Love of Lesbian
El próximo 7 de agosto, Love of Lesbian regresa a El Molinón de la mano del Festival Txunami Xixón para presentar su último trabajo, Viaje épico hacia la nada, un disco claustrofóbico que mantiene la esencia de unos textos líricos, un sonido indie si acaso más libérrimo y, a diferencia de sus trabajos anteriores, conectado con el estado de ánimo de estos tiempos pandémicos. En plena quinta ola, Santi Balmes, su vocalista y el autor de las letras de la banda, asume que esta gira es un riesgo, plagada de incertidumbres, pero no deja de perder el sentido del hartazgo. Como canta en Los irrompibles, se encuentran «cansados y agobiados por la era global, hasta un idiota es un policía moral».
-¿Qué sensaciones está teniendo la banda con esta gira tan extraña en la que las restricciones y la pandemia afloran intermitente poniendo en riesgo giras y conciertos?
-Tú bien lo estás diciendo. Es una gira muy extraña. Agradable pero a la vez en la que todo es incierto. Todo se hace muy complicado. Yo lo describiría como caminar entre la niebla.
-Hay grupos y músicos que han decidido no sacar un disco, que han parado máquinas desde que comenzó la pandemia y hasta el año que viene no sacarán sus trabajos ni comenzarán gira. La gira y este trabajo Viaje Épico hacia la nada, parece que tienen mucho de aventura.
-Tiene aventura pero también está alimentado por la necesidad de sacar un trabajo que nos quemaba en las manos y que se estaba retrasando seis meses. Nosotros no podíamos retrasarlo ya mucho más. Y realmente ya no lo haces por ti, lo haces por tu staff, por toda la gente que te está esperando y necesita empezar a trabajar. Trasciende mucho más que la banda.
-Escuchar VEHN provoca la impresión de que se trata de un disco premonitorio, casi que anticipa una serie de estados de ánimo, si no pandémicos o pospandémicos, muy parecidos. En las letras se insiste en dar un paso hacia adelante, en romper las barreras que nos están oprimiendo.
-Sí, totalmente. No sé si han llegado para quedarse esos estados. El disco procede, en realidad, de una sensación de bloqueo personal y de grupo, originada por causas legales, con personas, entidades y empresas con las que teníamos que romper. Todo eso nos generó un caldo de cultivo relativamente claustrofóbico. Así que tuvimos que ponernos el traje de monje budista y, a partir de ahí, nos dimos cuenta de que al llegar la coyuntura de la pandemia, el disco había aterrizado en un lugar que se parecía mucho al que había despegado.
-El concepto del hedonismo al que estábamos acostumbrados hasta hace un año y medio ha cambiado. Incluso en esta quinta ola, la libertad individual y la responsabilidad social están siendo muy difíciles de sincronizar.
-Estoy muy de acuerdo contigo, es un hedonismo que viene con el freno de mano puesto y por lo tanto, muchas veces vuelca. Cada uno, a partir de cierto momento de hartazgo de su pandemia, decidió continuar o pensar en sus mayores, pensó que como era asintomático, podía relajarse y se liberó. Hay gente que no podía mas, necesitaba epidermis, hablar con la gente a dos palmos, otros se plantaron en el negacionismo o se hicieron afirmacionistas radicales que no salen de casa. Y entre unos y otros estamos los demás, sin quedarnos quietos ni tampoco de pecar de inconscientes.
-Observando ese estado en el que la banda se encuentra, ¿cómo será el próximo trabajo y a qué público se dirige?
-Nuestro público es bastante civilizado y calmado. No sé como esto afectará al próximo trabajo. Tengo la santísima ilusión de que el próximo disco le lleve la contraria a éste, porque en nosotros siempre hay un efecto pendular a la hora de componer. De todos modos, no sabría decirte si estoy cien por cien seguro, salvo que haya mutado el virus y se haya convertido en otro más contagioso. En principio, lo que hay es una necesidad de liberarse. Pienso que el disco ira por ahí.
-¿Os supone confrontar con contradicciones personales?
-No, porque forma parte de mí y me gusta agrupar bastantes emociones en un trabajo. Soy de esa escuela aún. Que saquemos un disco hedonista no significa que seamos hedonistas. Tan sólo que mostramos esa parte de nosotros. Exhibirá una parte más liberada para contraponerse a VEHN. Suele suceder siempre así. Si en uno he sido más lírico, en otro trato de ser más concreto. Si en éste me he pasado el tiempo enfocando sensaciones de claustrofobia, en otro quiero ser más liberador. Pero todo esto depende más de un calendario interno de la banda que de una coyuntura política o social.
-En este disco hay más descreimiento, más ironía, Catalunya Bondage o El mundo. La ironía está más presente aunque adquiera una mirada melancólica.
-Hay más ironía, más puteo. Nosotros como catalanes hemos pasado una época muy estresante. Eso, quieras que no, nos ha tocado la esencia de cada uno de nosotros. Ha hecho plantearnos muchísimas cosas a nivel filosófico, político, antropológico, social. Nos ha obligado a hacer una revisión total de nosotros mismos. En qué país estás, tu banda, qué haces.
– Os ha tocado todo: una ruptura de país, una ruptura con vuestro manager, una ruptura con el público a consecuencia de la pandemia.
-Si, por eso hay un tema que se llama Los irrompibles que habla precisamente de todo eso, de la necesidad de tirar para adelante. O te vuelves elástico o no hay dios que lo aguante. Hay gente mucho peor, eso está claro, pero todo aquello generó un caldo de cultivo de mucho enfado y mucha incomprensión.
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