El monstruoso barco, diseñado como plataforma para la instalación de parques eólicos en alta mar, ha permanecido varias horas al pairo frente a la playa, antes de atracar en El Musel, en cuyos muelles permanece; pesa casi 16.000 toneladas
«Eso… ¿Eso que tiene en cubierta qué son? ¿Chimeneas? ¿Como las de la fábrica?«. Sí, es cierto… Fuera de contexto, la frase anterior puede carecer de sentido; incluso, parecer abiertamente ridícula. Sin embargo, tenía todo el sentido del mundo para la pareja, ciertamente desconocedora de cuestiones náuticas, que esta mañana, acodada en la barandilla del Muro de San Lorenzo, miraba hacia la mar y señalaba un punto concreto en la vastedad del Cantábrico. Allí, flotando a unas pocas millas de la costa, con sus máquinas parada y aparentemente al pairo, se mecía un monstruoso barco de curioso aspecto, con el puente blanco a proa de su gran casco verde, una inmensa grúa azul a popa… Y cuatro altísimos pilares grises, pintados en su extremo superior a franjas rojas y blancas, que, efectivamente, a más de uno recordaron las chimeneas de alguna factoría. Pero no. La presencia que esta mañana ha protagonizado comentarios y fotografías entre los usuarios del paseo y de la playa no es, como algún observador avispado sugirió, una «Arcelor flotante«. Se trata del ‘Sea Challenger‘, un colosal navío especializado en trabajos pesados en alta mar que, a estas horas, descansa atracado en El Musel.
Si visto desde la lejanía impresiona, a escasa distancia del testigo esta embarcación, construida en 2014 y que navega bajo pabellón de Dinamarca, corta la respiración. El ‘Sea Challenger’, orgullo de la flota del grupo de ingeniería oceánica belga DEME, presenta una eslora (longitud) de más de 133 metros, una manga (anchura) de otros 39 y, atención al dato, un tonelaje de registro bruto que por muy poco alcanza las 16.000 toneladas. 15.934, para ser exactos. No obstante, lo realmente fascinante es la función y modo de empleo de este barco… Siendo como es parte del tipo denominado internacionalmente jack-up, está especializado en la instalación de parques eólicos marinos, posicionando en las ubicaciones elegidas los enormes tubos que sirven de base a los molinos. Y… ¿Cómo cumplir tan titánica misión? Bien, igual que otras embarcaciones son capaces de sumergirse total o parcialmente, el ‘Sea Challenger’ hace lo contrario: hunde en el lecho marino los puntales que luce en su cubierta, y se eleva por encima del agua, como si de un coche sobre la plataforma de un taller se tratase. Una vez en alto, los tubos de los molinos se despliegan, y se afianzan; sólo entonces la nave desciende hasta la mar, y navega hacia la ubicación del siguiente molino.
En fin, todo un prodigio de la ingeniería marina que reposará un tiempo en el Muelle Olano de El Musel, consignado por la empresa Alvargonzález, antes de poner proa con su cargamento a aguas lejanas.