Los de David Gallego pagan con derrota su endeblez defensiva pese al doblete del “Puma”
Lo malo de los puntos de inflexión (en física, en psicología o en esto llamado fútbol) es que necesitan confirmarse. Lo pudo hacer el Sporting, tras la solvente victoria frente al Mirandés, pero la dinámica quedó en un atisbo, una ensoñación. La remontada clasificatoria tendrá que esperar, y eso que de ganar los de David Gallego metían un buen mordisco a su diferente con el play-off. Pero nuevamente los errores defensivos, y en portería, condenaron a un equipo que atrás es una charanga. La Ponferradina se puso 0-2 arriba sin apenas merecerlo y, pese a los dos zarpazos del “Puma”, terminó por llevarse un encuentro igualado que, probablemente, el Sporting no haya merecido perder. Pero en el fútbol mandan las áreas y los rojiblancos tienen un serio problema, sobre todo en la propia.
Salió el Sporting al césped de El Molinón con la intención de continuar la racha iniciada hace una semana (qué lejos queda ya) en Miranda de Ebro. Mandón, con ganas de tener el balón y de ser protagonista. A los cinco minutos de juego, la Ponferradina no había pisado campo rival. A los quince, cuando el “Puma” Rodríguez firmó el primer tiro a puerta, manso a las manos de Amir, el contador de faltas iba 0 a 5, ejemplo del dominio posicional rojiblanco. Unos argumentos que se cayeron en la jugada siguiente.
En la primera que dispusieron los bercianos, puso Ríos Reina un córner muy cerrado que Mariño, muy fallón de nuevo, solo acertó a despejar contra la pierna de un Christian Rivera encimado por Espiau. El balón, tras tocar en el gijonés, terminó irremediablemente en el fondo de las mallas, suponiendo el primer gol del encuentro para los visitantes. Un gol que sirve de ejemplo de lo que volvió a ser este Sporting: un equipo blando, sin intensidad defensiva, que no sabe construirse desde atrás y al que con media ocasión le ganan un partido.
Y el castigo aún puso ser doble cuando, en la jugada siguiente, nada más sacar de centro los locales, Ojeda filtró un caramelo para Espiau que, solo ante Mariño, envió el balón a la grada. El aviso estaba sobre la mesa y, la sentencia de muerte, firmada.
Quiso el Sporting desperezarse, aunque sin éxito. Djuka, como un pívot de fútbol sala, aguantó de espaldas un balón en la frontal para la llegada de Christian Rivera, cuyo remate, de primeras y con mucha intención, acabó en las manos de Amir. También el “Puma”, con un remate de cabeza a centro de Aitor, se encontró con los guantes del portero berciano. Mientras tanto, Calavera, lesionado, tuvo que retirarse del terreno de juego.
Y, de nuevo, cuando parecía que los rojiblancos amenazaban con apagar el despertador, llegó el segundo gol de la Ponfe, en un nuevo error garrafal gijonés. Perdió Pedro Díaz el balón con el equipo volcado en la salida y los bercianos no perdonaron. El esférico le cayó a Sergi Enrich en la frontal del área, cuyo remate no acertó a atrapar, nuevamente, Mariño. El rechace fue a dar a Espiau, tras ganar la posición a Marc Valiente. Su disparo, al larguero. Y, el rebote, ante la pasividad de Mariño, Valiente y todo aquel sobre el verde que vistiera de rojo, terminó por impactar en la espalda de jugador de la Ponfe, ya en el suelo, para colarse en la portería. Nueva carambola y nuevo jarro de agua fría. 0-2 y El Molinón cada vez más impaciente. Prueba de ello, los multitudinarios y sonoros pitos al descanso de los 16.500 sportinguistas que ayer firmaron una de las mejores entradas del año.
Quiso Gallego ir a por el partido en la segunda mitad con la entrada de Eric Ramírez (con nuevo look: pelo color rosa chicle) por Pedro Díaz, para acompañar a Djuka en la delantera. Una declaración de intenciones a la altura de la importancia del encuentro. La apuesta tuvo su recompensa a los tres minutos de la reanudación, tras un centro-chut de Aitor que el “Puma” Rodríguez cazó en el segundo palo para poner el 1-2 y devolver la esperanza a la grada.
Y es que el fútbol, y El Molinón, tienen estas cosas. Un balón largo desde la defensa, que Djuka llegó a prolongar, cayó a los pies del “Puma” Rodríguez, que tras un buen control, y solo ante Amir, no perdonó para firmar un doblete en apenas cinco minutos, sus primeros tantos de la temporada, para empatar un partido que parecía perdido. Como si de Lázaro se tratara, en un visto y no visto, el Sporting se levantó y comenzó a andar para dar vida al encuentro.
No se amedrentó la Ponfe, que en un córner cerrado de Ríos Reina, como el del primer tanto, estuvo a punto de encontrar un nuevo gol, pero Bogdan, providencial, sacó el balón en boca de gol. También el Sporting tuvo la suya, en un disparo cruzado del “Puma” al que Amir sacó una buena mano para negar el hat trick.
El partido, loco en su resultado, en su devenir, y en su forma de jugarse, no tenía dueño. A ninguno le valía el empate, y eso, en el fútbol, es sinónimo de intensidad y riesgo. Gallego y Jon Pérez Bolo ponían toda la carne en el asador, calzando las botas a Jony y Yuri, con un cuarto de hora por delante.
El Sporting tuvo la más clara en un saque en largo de Mariño que plantó al “Puma” solo ante Amir. El panameño, escorado, dejó el balón de cara a la llegada de Jony, cuyo disparó rechazó el guardameta. El rebote le cayó a Djuka, pero su remate lo sacó la defensa bajo palos. El partido, a falta de diez minutos, estaba totalmente roto. Y en la grada, el “A por ellos, ¡oé!”. Una cabalgada de Jony casi termina en el triplete del “Puma”, pero su remate se fue alto.
La Ponfe no quería dejarse perder. Y cerca estuvo de ganar con una gran jugada de Agus Medina, que tras recortar a su oponente se plantó ante Mariño. El vigués, ahora sí, aguantó la posición sacando una gran mano para evitar el tanto visitante. Todo podía pasar en un encuentro que para entonces sumaba ya una treintena de tiros entre gijoneses y bercianos.
Y el premio cayó del lado visitante. Con Ramírez en el suelo lesionado (tercer fichaje en el mercado de invierno, tercer jugador lesionado: el peligro de incorporar a jugadores sin continuidad), la Ponferradina armó entre las protestas locales la jugada de ataque, que terminó con un centro de Ríos Reina a Naranjo que, en el primer palo, adelantándose a un estático Babin, conectó el remate a la red para poner el 2-3.
Lo intentó el Sporting en los minutos finales, con todos los jugadores rojiblancos volcados sobre el área rival y Jony bombeando centros. Ramírez tuvo el gol, en un balón rebotado que le cayó en las botas y que no supo definir, con un disparo que sacó Amir con solvencia. Fue la última, no hubo más, y el Sporting volvió a sumar una nueva derrota en casa, en un encuentro que, probablemente, no haya merecido perder.