«Las semanas avanzaban y la situación no mejoraba, los pensamientos negativos seguían muy presentes, el miedo y la excesiva activación interna también y la cercanía del crucial torneo acrecentaban su auto-exigencia»
Jimena Suárez tenía sensaciones raras. Tenía miedo a fallar tiros a canasta en los entrenamientos y que sus compañeras y entrenador se percataran. Esto también le generaba una gran tensión interna. Sentía como el corazón se le aceleraba más de lo normal y se le agarrotaban los músculos cuando le tocaba el turno de lanzar.
Con el paso de las semanas, todas estas sensaciones negativas provocaron que evitara cada vez más sus tiros disminuyendo considerablemente su número de lanzamientos y porcentajes de acierto. Esto no tuvo consecuencias positivas y su rendimiento se resintió. Estaba entrando en una espiral peligrosa que le estaba perjudicando cada vez más.
Por otro lado, sospechaba cual podía ser el posible origen de la situación. Venía experimentando pensamientos negativos desde hacía meses y se estaban convirtiendo en creencias rígidas que desembocaban en comportamientos perjudiciales.
Nuestra protagonista ocupa la posición de alero dónde los lanzamientos desde fuera del perímetro son muy habituales. Estábamos en marzo con la temporada bien avanzada y el Campeonato de España de Clubes Junior Femenino estaba a la vuelta de la esquina. Únicamente restaban un par de meses para su comienzo.
Los pensamientos
A sus diecisiete años, Jimena era una pieza importante en el equipo juvenil, pero su entrenador ya se había percatado de su bajo rendimiento y percibía una cierta inseguridad en la jugadora. “El míster” la necesitaba al 100% y quería que “se pusiera las pilas”.
Las semanas avanzaban y la situación no mejoraba, los pensamientos negativos seguían muy presentes, el miedo y la excesiva activación interna también y la cercanía del crucial torneo acrecentaban su auto-exigencia. Su autoconfianza y su autoestima estaban cada vez más debilitados y no hacía más que repetirse frases como:
- “Otras jugadoras del equipo tienen un porcentaje de acierto más elevado que el mío”
- “Mi principal aportación es en las tareas defensivas”
- “Debo tirar menos a canasta porque cada vez anoto menos puntos”
- “Si fallo tiros en los entrenamientos no los encestaré en los partidos”
El punto de inflexión
Una tarde, nuestra protagonista abandonó el entrenamiento de forma repentina hacia el vestuario exclamando entre sollozos –“no puedo más” – Fue entonces cuando “el míster” hablo con ella, la escucho, la comprendió y fue consciente de la situación que estaba atravesando. Decidió hablar con el club, contactó con un psicólogo deportivo externo y acordó algunas sesiones individuales entre psicólogo y jugadora. Quedaban solamente cuatro semanas para el dichoso campeonato y pensó que todavía estaban a tiempo de recuperarla. Entre todos, decidieron concentrar cinco sesiones en el tiempo del que disponían.
A partir de ahí las cosas empezaron a cambiar. Jimena se sentía escuchada, comprendida y a gusto durante las sesiones. Para ella era un “oasis” en el que podía desahogarse sin sentirse juzgada y un “paréntesis” en su rutina de miedos, inseguridades y desconfianzas. Las conversaciones comenzaron a ser fructíferas y la jugadora identificó creencias rígidas irracionales que la estaban perjudicando. Se dio cuenta que:
- Eran la raíz de la espiral peligrosa en la que se encontraba
- Realizaba una interpretación sesgada de la información
- Había ausencia total de objetividad en sus pensamientos
- Aprendió a establecer razonamientos objetivos para tomar decisiones de ejecución de tiro a canasta
- Identificó los estímulos adecuados necesarios para tomar esa decisión
- Comprendió que la atención debía fijarse en la ejecución y no en el resultado
- Estableció objetivos realistas y alcanzables a corto plazo
El campeonato
A medida que acumulaba entrenamientos y ponía en práctica lo interiorizado durante las sesiones, sus niveles de autoconfianza y autoestima aumentaban. Se sentía mucho más segura de sí misma y con más confianza. El entrenador decidió confiar en ella para las semifinales del torneo y ella estaba exultante, ya que algunas semanas atrás veía imposible poder participar. El equipo perdió el partido, pero Jimena realizó un buen encuentro. Tuvo su mejor porcentaje de acierto en el tiro de toda la temporada y anotó 15 puntos.
Tanto “el míster” como el club acabaron contentos con el desempeño del equipo, ya que finalizaron entre los cuatro mejores del torneo. Nuestra protagonista también salió contenta, puesto que rindió a un buen nivel durante el partido más importante del campeonato, superó sus miedos e inseguridades y dominaba sus pensamientos negativos.
Alfonso Rodríguez Fernández
Psicólogo deportivo y coach ejecutivo (Scopum coaching)