El artista ovetense inaugura este viernes en la Galería Llamazares ‘El amor en tránsito’, una serie de pinturas de factura propia que sirven de contraste entre ambos continentes a través de los viajes de su hermano, Fernando, y de su cuñada, María
Para europeo promedio, el mero ejercicio de echar la vista al oeste, más allá del océano Atlántico, y depositarla en Estados Unidos equivale a dejar atrás un algo conocido, y zambullirse en un mundo radicalmente diferente. Lo es por algo que trasciende las historias propias de cada continente, las divergencias arquitectónicas, las particularidades culturales… Es un ‘algo’ etéreo en el más puro sentido de la palabra, una sensación difícil de describir, pero que podría resumirse una burda comparación: para ese europeo común Europa, con independencia de su país de origen, es el hogar… Norteamérica, no. Y esa reflexión filosófica, alimentada por las decenas de viajes que ha realizado a lo largo de su medio siglo de vida, ha impulsado al artista ovetense Federico Granell a concebir ‘El amor en tránsito‘, su última exposición. Una muestra de treinta trabajos pictóricos a caballo entre ambos continentes y que, utilizando como espina dorsal el amor que se profesan su hermano, Fernando, y su cuñada, María, sirve para poner de manifiesto esas diferencias entre dos mundos. El resultado, tremendamente personal, podrá disfrutarse a partir de este viernes en la Galería Llamazares de Gijón.
«Entiendo que, probablemente, un estadounidense piense lo contrario, pero yo tengo una mentalidad europea, así que… Para mí, Nueva York puede ser la modernidad, pero Europa es el clasicismo y la tranquilidad de estar en casa«, explica, risueño, el autor. Su mención a ‘la ciudad que nunca duerme’ no es gratuita… De hecho, fue un viaje hecho a la misma en enero de 2020, poco antes del estallido de la pandemia, el que, sin saberlo todavía, sirvió de primera piedra a esta exposición. «Fue un viaje que organizaron mi hermano y su mujer; me preguntaron si quería unirme, y acepté», recuerda. Aquel ‘Sí, quiero’ sirvió a Granell para tomar contacto directo con los mastodónticos rascacielos neoyorquinos, con sus inmensas avenidas, con el bullicio constante y con una forma de orden avanzado que, en la práctica, sirve de receptáculo a cierto caos. Nada que ver, en absoluto, con su Cangas del Narcea natal o con la Oviedo en la que vive y trabaja, ni con Madrid o Barcelona, ni tan siquiera con capitales europeas como París, Londres o Roma. Por contraposición Nueva York, al igual que las grandes urbes estadounidenses, es «más difícil». Ahí estuvo la inspiración primigenia.
Desde entonces, concentrado en su taller de La Argañosa, Granell ha realizado las distintas pinturas que integran esta serie, todas ellas confeccionadas al óleo sobre lienzo, si bien tres disponen de curiosos detalles hechos de madera, en forma de personajes que se salen del cuadro. Con los trabajos centrados en Nueva York ocupando una de las dos plantas de la Galería Llamazares, y aquellos dedicados a las ciudades europeas, la segunda, ese conjunto lo complementan algunos cuadernos con referencias a otras urbes ajenas al ‘Viejo Continente’, como El Cairo o Estambul. Un gesto, explica el artista, con el que «completo ese nexo con el Mediterráneo, que nos une». Sin embargo, hay un segundo punto de conexión entre todas las obras de la muestra, independiente del continente o país que sirva de fondo: la presencia de una pareja, la de Fernando y María, como testigo de cada escena. Un matiz aparentemente menor, pero de crucial importancia, pues aleja el mensaje de la visión más genérica, abierta y, si se quiere, incluso neutra de sus obras precedentes. Con él, ahonda, «quería enfocarlo en la experiencia romántica por las distintas ciudades de esa pareja. En la práctica, es un viaje de amor«.
