Los vecinos simbolizan así su indignación: “Tenemos la vida en obras desde hace dos años”
La noticia de que las obras de Calderón de la Barca tendrán que esperar para salir a licitación con la nueva corporación municipal que se forme tras las elecciones de mayo, ha caído como un auténtico mazazo en el barrio del Coto, volviendo la historia de esta obra fallida que se remonta a agosto de 2021, a la casilla de salida. Un rápido ejercicio de memoria: en esa fecha, el Ayuntamiento adjudicó a la empresa Cotodisa Obras y Servicios la remodelación de las aceras y mejora del pavimento de esta calle que conecta Ramón y Cajal con Usandizaga por un presupuesto de 1.165.247 euros y un plazo de ejecución de ocho meses.
Un año después, la empresa solicita la ampliación del presupuesto alegando encarecimiento de los materiales. Tras denegarle la solicitud, la obra quedó paralizada y la calle convertida, en palabras de los vecinos, en “una trinchera de guerra”. Tras acordar ambas partes la resolución del contrato en noviembre de 2022, la empresa abandona las obras dejando la calle llena de material , agujeros en las aceras, los portales y garajes sin acceso….y un sin fin de desperfectos que convirtieron la vida de los vecinos en una auténtica “pesadilla”. “A base de mucho insistir y pelear”, cuenta Christian Guisado, presidente de la asociación de vecinos del Coto, “conseguimos que el Ayuntamiento nos parcheara la calle”. En repetidas ocasiones y reuniones con los concejales de barrios y obras públicas, les prometieron que la obra se haría antes de que terminara la legislatura, cosa que ahora ya saben, no será así. Con el contador del proceso de licitación a cero, el mejor de los casos, las obras podrían empezar en agosto de este año. “La gente ha tenido mucha paciencia, más de la cuenta”.
“La sucesión de problemas en esta obra es un cuento macabro”
Si se tratara de una película, el 4 de abril comenzaría el particular “Volver a empezar”, para los vecinos del barrio del Coto. Ese día, Loli Patón y Salomé Díaz, concejalas de urbanismo y obras respectivamente, visitaron la calle Calderón de la Barca para comprobar su estado y comunicar a los representantes vecinales que “todo queda pospuesto para después de las elecciones porque hay que volver a sacar la obra a licitación”, cuenta Christian Guisado, presidente de la AVV del Coto. “Nos quedamos estupefactos al enterarnos de que nada de lo prometido se iba a cumplir. El anuncio es el final no esperado de una historia que tiene a los vecinos “psicológicamente tocados”, según cuenta Covadonga López, vecina del portal número 33. “Miras la calle desde la ventana y te preguntas… ¿Dónde vivo? Es como si fuéramos la basura de Gijón”.
Los testimonios de indignación, estupefacción y desánimo, se acumulan cuando damos un paseo por la calle. “Me pregunto si esta pertenece al Ayuntamiento de Gijón, porque estamos que no nos lo creemos”, dice otra vecina, Belén Menéndez. La sensación de que “la calle está gafada” corre también por el barrio. El proyecto ya se retrasó desde su nacimiento en 2020 debido a la pandemia, cuando al no poder ejecutarse las obras por el estado de alarma, su presupuesto se destinó a la construcción del “cascayu”. “La sucesión de problemas en la construcción de la obra es un cuento macabro”, asegura Guisado.
Sobre el papel, el proyecto iba a mejorar considerablemente la vida de sus vecinos con la renovación del pavimento, el alumbrado, el mobiliario urbano y la tala y sustitución de los árboles existentes por otros cuyas raíces no dañen el suelo así como la renovación de las redes de agua con un nuevo colector que recogería aguas pluviales con el fin de usarlas para riego y limpieza. A su finalización, Calderón de la Barca ganaría más espacio para los peatones al estrecharse el carril de circulación con una mínima pérdida de plazas de aparcamiento. Sin embargo, dos años después, nada del proyecto se ha hecho realidad.
Una calle “parcheada” que ha pasado del hartazgo a la indignación y las movilizaciones: “Nos dijeron que no protestáramos porque podía perjudicar el desarrollo de las obras”
La resolución en noviembre del año pasado del contrato con Cotodisa Obras y Servicios dejó tras de sí una calle con aspecto de “barriada marginal”, cuenta Covadonga López, vecina del portal 33 de la calle Calderón de la Barca. En enero y “después de mucho rogar”, cuentan desde la AVV del Coto, el Ayuntamiento reabrió la calle al tráfico y reparó algunos de los desperfectos que dejó tras de sí el abandono de la obra. “Sobre todo la última parte de la calle parecía una trinchera de guerra”, cuentan. “Hemos conseguido que la acondicionen un poco porque había agujeros, vegetación, alcantarillas abiertas y la gente tenía que caminar por fuera de las aceras”. Aún así, las deficiencias son múltiples: “los adoquines nuevos que pusieron están rompiendo y la parte de la acera que no tocaron, la que peor estaba, está llena de baches”, relata Christian Guisado.
Justo delante del centro de día, es donde los socavones son más acentuados, dificultando la el acceso a los usuarios, personas mayores, en muchos casos con problemas de movilidad o en silla de ruedas. La corta de árboles también ha dejado su huella porque “no les sacaron la raíz y para que la gente no tropiece, dejaron unas vallas rodeándolos que se caen cada dos por tres”, detallan los vecinos. Las obras también dejaron problemas de filtraciones en algunos garajes como el de Belén Fernández, han tenido que instalar un tejadillo “para evitar que el agua que entra estropee la chapa del coche”, nos muestra. “Hemos informado al Ayuntamiento del problema pero este es ciego, sordo y mudo y dice que cosa nuestra”. A todo esto, media calle, la que transcurre en la acera del IES Calderón de la Barca, está sin luz.
“Nunca salimos a protestar contra la empresa adjudicataria porque nos dijeron que podía perjudicar el transcurso de las obras”, confiesan, pero ahora sí, las últimas noticias recibidas, han acabado por soliviantar los ánimos de los vecinos que celebrar una asamblea han decidido iniciar movilizaciones: la primera, arrancó esta semana con la cuelga de trapos amarillos de las ventanas -color representativo de las obras- y carteles en los portales. En breve incorporarán también pancartas y dentro de un mes volverán a reunirse para plantearse nuevas formas de protesta con las que quieren recordar a quienes se pongan al frente del nuevo gobierno municipal que “lo primero que hagan sea sacar adelante la obra de Calderón de la Barca”