En Asturias, nueve de cada diez familias (90,4 %) creen que sus hijos se contagiaron de piojos en el colegio
Tras más de dos años de pandemia en los que la incidencia de la pediculosis (infestación de piojos) se ha reducido considerablemente, es previsible que, con la supresión de las medidas de distanciamiento social y de los grupos burbuja en los centros escolares, se incrementen los casos de piojos.
Según el IX Estudio CinfaSalud ‘Percepción y hábitos de los padres y madres españoles ante la pediculosis’, realizado en 2019 y avalado por la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC), casi la mitad de niños y niñas asturianos de entre 3 y 12 años (45,8 %) tuvo piojos alguna vez en los tres años anteriores a la pandemia de COVID-19.
Como explica Julio Maset, médico de Cinfa, «ahora que las circunstancias sociales y sanitarias vuelven a ser las habituales de las de la época precovid, la pediculosis o infestación del cuero cabelludo y pelo por piojos va a volver a constituir un problema de salud de alta incidencia en las aulas y hogares españoles, ya que es de esperar que los niños y niñas tengan de nuevo un comportamiento de mayor contacto entre ellos. Y ese contacto directo cabeza con cabeza es la principal vía de contagio de los piojos. De hecho, se trata de una de las afecciones más contagiosas, junto al resfriado, por lo que es lógico pensar que su propagación aumentará este curso».
La investigación de Cinfa y SEFAC se basa en un cuestionario online realizado a una muestra representativa de 3.072 padres españoles con hijos de 3 a 12 años escolarizados -4.204 niños y niñas-, residentes en todas las comunidades autónomas. El estudio confirma, además, que, en nuestro país, la pediculosis es más frecuente en las niñas, ya que seis de cada diez (55,8 %) tuvieron piojos en los tres años previos a la pandemia, frente a la mitad de los niños (47,5 %).
«Este hecho se explica porque el cabello largo supone una mayor superficie de transmisión para los parásitos y porque, entre las niñas, son más habituales los juegos de cercanía y son más proclives a compartir artículos de pelo», afirma Julio Maset.
La incidencia de estos parásitos en los escolares de 6 o más años es también significativamente mayor, ya que, como revela la investigación de Cinfa, este problema lo ha padecido el 55,7 % de los niños y niñas de 10 a 12 años y el 52,8 % de los que tienen de 6 a 9 años, frente al 42,9 % de los más pequeños (de 3 a 5 años).
En Asturias, nueve de cada diez familias (90,4 %) creen que sus hijos se contagiaron de piojos en el colegio, aunque el 5,8 % piensa que pudieron contraerlos en la piscina. El 3,8 % cree que fue en campamentos o en actividades extraescolares (también 3,8 %) y el 1,9 % piensa que sucedió en el entorno familiar.
Como aclara Ana Molinero, vicepresidenta primera de SEFAC, «aunque es muy molesto, el Pediculus Humanus Capitis o piojo humano de la cabeza no transmite enfermedades, por lo que no constituye un peligro para la salud. De hecho, la pediculosis no siempre produce síntomas. Si los hay, el más frecuente es el picor y la necesidad de rascarse, lo que puede llegar a provocar lesiones en el cuero cabelludo de los niños».
De hecho, dos de cada tres familias asturianas (65,4 %) detectan la pediculosis por el prurito (picor) que tienen sus hijos en la cabeza, aunque el 61,5 % ve los piojos en el cabello de sus hijos cuando les peinan, lavan o revisan la cabeza. Además, el 5,8 % observa lesiones en el cuello o tras las orejas -que son las zonas óptimas para el desarrollo de estos parásitos-.
AFECTA PSICOLÓGICAMENTE
La pediculosis afecta psicológicamente tanto a los niños como a sus padres. El estudio muestra también que, más allá de los síntomas físicos, el impacto psicológico de este problema es considerable, ya que dos de cada diez (21,2 %) padres y madres de Asturias creen que tener piojos afecta emocionalmente a sus hijos y cuatro de cada diez (40,4 %) sienten que les afecta a ellos directamente -lo que supone casi el doble-. Esta afectación emocional se da más en madres, en los progenitores más jóvenes y en familias con niñas o hijos/as más pequeños.
Según Julio Maset, médico de Cinfa, «esto pone en evidencia la necesidad de normalizar la pediculosis en la sociedad como un problema más de salud, fácilmente atajable y en absoluto vinculado al pelo sucio, para ahorrar angustias innecesarias». En nuestro país, la mayor preocupación de los padres y madres españoles ante los piojos es el picor y las molestias que estos generan (35,2 %), seguida de la posibilidad de que pueda contagiarse el resto de la familia (17,3 %).
Otras inquietudes son el riesgo de transmisión de enfermedades (16,9 %) -pese a que los piojos no son transmisores de patologías-, el «jaleo» que implica el tratamiento (14,4 %), la repulsa que generan los piojos (8,5 %) y el estigma que el tener estos parásitos pueda suponer para sus hijos (7,6 %).
De acuerdo a la investigación, en Asturias, el 84,6 % de familias aplica un tratamiento pediculicida para eliminar los piojos y nueve de cada diez de ellas (90,9 %) creen que fue eficaz. Sin embargo, el estudio revela que solo dos de cada diez (22,7 %) llevan a cabo el tratamiento correctamente, ya que el resto no aplica el conjunto de medidas necesarias para garantizar su efectividad: seguir las instrucciones del fabricante, peinar mechón a mechón con la lendrera, no usar secador, seguir pasando la lendrera en las dos semanas siguientes y verificar a los siete días si todavía hay parásitos, en cuyo caso habría que reaplicar el tratamiento.
Por otra parte, las medidas complementarias más utilizadas en Asturias para eliminar los piojos son lavar sábanas y toallas a 60ºC (78,8 %), revisar el pelo de toda la familia (75 %) e indicar a los niños/as que eviten compartir artículos de pelo (63,5 %). Además, tres de cada diez padres y madres (28,8 %) aspiran muebles, sofás y colchones y el 15,4 % aísla los objetos que no pueden lavarse en una bolsa cerrada durante una semana.