«Desde la veda en Asturias, los que vienen de Galicia en muchos casos nada tienen que ver a los que comprabas a la gente de aquí»
El oricio, ese maravilloso bien preciado tan nuestro en esta época se ha convertido en un artículo de lujo. Siempre en estos meses de enero, febrero y marzo era habitual ver en todas las sidrerías el cartel «Hay Oricios».
Este equinodermo era el manjar marino más social que podíamos encontrar en nuestra región. Pero debido al vedado de su pesca en Asturias y a su constante subida de precio, se ha vuelto casi igual que con lo que antes se comparaba, «el caviar».
Ese bocado con sabor a mar , con una textura especial y que, tanto crudo como cocinado, nos deleitaba por poco dinero ha dado un giro total. En esta tesitura, hemos preguntado a tres expertos de las sidrerías de nuestra ciudad sobre su parecer.
La opinión de los sidreros
Cristian Valle de la sidrería La Nueva Uría (ganador a la mejor sidrería), nos explicaba que, mientras que hace 15 años cada viernes o sábado traía 15 o 20 kilos y los terminaba en el día, actualmente con 5 o poco más hace el fin de semana.
Asegura que de seguir así prácticamente desaparecerá el consumo, al menos de la manera en que lo conocemos. Además se están comprando a 16 o 17 euros/ kilo y vendiendo a 24 o 25, por lo que, a parte de no poder comerlos casi nadie, al hostelero no le interesa venderlos.
Román Gutiérrez de Casa Roman, todo un veterano en estos temas, recuerda cuando se vendían a paladas. Comenta que es una pena y que se ve obligado a tenerlos para dar servicio, porque los está comprando sobre 17 euros/kilo y vendiendo a 24, mal negocio para el comensal y para el chigrero.
Por último César Telenti, del Grupo La Tonada, coincide con sus dos compañeros de profesión, pero ahonda un poco más en la reflexión. ”Se compran caro y se venden con muy poco margen, y aún así solo se los permiten unos pocos. Desde la veda en Asturias, los que vienen de Galicia en muchos casos nada tienen que ver a los que comprabas a la gente de aquí. A veces te llegan con dos o tres días e incluso nos los ofrecen de Portugal, lo que dilata más aún el tiempo”. Es decir, además de subir el precio, sin quererlo se ha bajado la frescura del producto.
Por lo tanto, el hostelero incide en que el oricio, al menos como esa comida social donde cualquiera se comía una docena, dejará de existir y que habrá que valorar otras opciones y recetas para consumirlos.
Tras escuchar a nuestros hosteleros y teniendo en cuenta también la subida de la sidra, la polémica está servida en los chigres. Lo que antes era de obreros, unos oricios y una botellina de sidra , ahora es casi un lujo.
Que no se preocupen los sidreros, que para eso están los sindicatos: no para defender al trabajador, pero sí para preocuparse de que el marisco no falte… en sus mesas.
Cada dia salen a la palestra un centenar de descerebrados mezclando churras con merinas.
No entiendo como le permiten comentar semejante estupidez.