El influencer madrileño se ha detenido en Parres y se ha dejado seducir no sólo por la carta del negocio en cuestión, sino también por el entorno; «Vaya paraje, vaya paisaje, vaya entorno tan bonito», resume en sus redes
«El heladito está de muerte», «Vaya texturón», «Este plato… A cualquiera que lo prueba le cautiva, y a mí me está sucediendo»… Los anteriores son sólo tres ejemplos muy vívidos del impacto que ha tenido la cocina Asturiana en Pablo Cabezali, el nombre que se esconde tras el perfil de redes sociales ‘Cenando con Pablo’. El influencer gastronómico madrileño recalaba recientemente en el Principado para degustar las creaciones culinarias autóctonas… Y quedaba tan gratamente sorprendido, que uno de los restaurantes de la región ha acabado figurando en el ‘top 3’ de su particular ranking nacional. Ahí es nada, teniendo en cuenta los más de 600.000 seguidores que este foodie acumula en Instagram, TikTok y YouTube. Y el negocio agraciado, emplazado en la localidad de Arriondas, una de las más emblemáticas del concejo de Parres, no es otro que… Casa Marcial, de Nacho Manzano.
Un aguachile de verduras procedentes de la huerta ecológica de Manzano, consistente en tomates cherris verdes, pepino y aguacate, han conformado un entrante que ya despierta las primeras exclamaciones de Cabezali. «Lo ves y dices ‘Bah, verde, no me va a gustar’, pero lo pruebas, y dices ‘Lo repetiría'», admite, entusiasmado. Acto seguido su atención pasa a una de las creaciones propias del chef, el ‘chuletón de mar’, formado por parpatana de bonito y sardinas con hinojo sobre pan tostado. De nuevo, el veredicto es favorable. «Vaya texturón», exclama, sin privarse de rebañar el plato. La tercera propuesta es la fabada de Casa Marcial, una reinterpretación del plato más emblemático de la cocina asturiana, y que para el influencer es «una locura; yo no digo nada, y lo digo todo». El cabrito protagoniza el cuarto plato, «muy tierno» y que «se deshace con una facilidad extrema», mientras que el cierre, eslabón débil del menú a juicio del foodie, es una crema de naranja y kiwi con helado de mango, una suerte de «papilla» que, si bien no conquistó tanto como las creaciones anteriores, fue devorada hasta la última gota.
Con semejante plantel sobre la mesa, y nunca mejor dicho, el verecdicto de ‘Cenando con Pablo’ no podía ser otro… «Molan las combinaciones y matices muy distintos», sentencia, admitiendo, eso sí, que «lo que he disfrutado mogollón es la experiencia».