«Es un caso de emprendimiento de éxito», destacan en el entorno de las clarisas, que rompieron con la Iglesia ante la negativa de la institución de autorizar la venta de un convento en Vizcaya; hoy están tuteladas por la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli

Es difícil decir con seguridad si las exmonjas de Belorado preveían, o no, que su voluntad de abrir en Parres el primer restaurante de clausura de que se tiene constancia desataría la sensación que ha creado. Pero, en cualquier caso, así es, y esa curiosidad parece dispararse por momentos, toda vez que quedan apenas veinticuatro horas para que semejante negocio, instalado en un espacio del Hotel Ribera del Chicu de Arriondas, eche a andar. Será mañana martes, momento en que será presentado oficialmente a los medios de comunicación y a la sociedad en general; en cuanto la actividad restauradora propiamente dicha, comenzará el miércoles. Y, afirman en el entorno de las antiguas clarisas, son ya muchas las reservas que se han recibido.
«Están desbordadas con la cantidad de llamadas, las solicitudes de reservas y las peticiones de medios«, afirma Francisco Canals, designado portavoz y representante de las monjas. Y es que esta pintoresca idea, concebida con carácter temporal como una forma de paliar las dificultades económicas en que derivó la ruptura de relaciones con la Iglesia, es, a juicio del propio Canals, un caso claro de «emprendimiento de éxito«, por no hablar del hecho de que sea el primer restaurante de clausura «dirigido por monjas rebeldes y unidas ante la adversidad». A ese respecto, conviene recordar que las clarisas se escindieron del Vaticano el pasado mayo, después de que los Arzobispados de Burgos y Bilbao, siguiendo órdenes de Roma, desautorizasen una posible operación inmobiliaria para vender el convento de Derio, en Vizcaya, para, a su vez, poder comprar el de Orduña. Desde aquel cisma, la exmonjas se han puesto bajo la tutela de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, calificada de secta por la Santa Sede y presidida por el polémico clérigo Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado en 2019.
El pasado febrero las antiguas clarisas, acosadas por la falta de liquidez, sorprendieron al mundo anunciando su pretensión de abrir el primer restaurante de clausura. Para ello, apuntaron su intención de alquilar un hotel en Asturias por 1.600 euros mensuales; también explicaron que iban a comprar un terreno cercano de casi 7.000 metros cuadrados destinado a la cría y cuidado de perros y otros animales, que se destinarán a mujeres maltratadas y la formación de canes guía. Todo ello, a partir de lo conseguido con los menús que venderán, elaborados por ellas mismas, y que abarcarán una combinación de platos tradicionales asturianos, junto con recetas propias de su orden, otorgando un papel especial a la repostería, magdalenas y chocolates. Eso sí, serán camareros contratados los que atenderán a la clientela, para no violar sus votos de clausura.