POR PABLO R. GUARDADO Y BORJA PINO
Los primeros operarios de la empresa Hercal Diggers ya trabajan sobre el terreno para preparar la demolición de edificio en ruinas de La Calzada que provocaba inseguridad a los vecinos e insalubridad en la zona; «estamos muy satisfechos», expresa el líder vecinal Carlos Arias

Se esperaba que los trabajos para la demolición de la vieja nave de Flex se iniciaran antes del verano y parece que se cumplirán los plazos. Los vecinos de La Calzada, que en los últimos años se han movilizado para exigir una actuación que acabara con la inseguridad y la insalubridad que provocaba la vieja instalación, han podido ver a los primeros operarios de la mercantil catalana Hercal Diggers, SL, en el edificio para preparar el que será su desmantelamiento. «Lo único que podemos decir es que estamos satisfechos, muy satisfechos. Tras tanto tiempo luchando por ello, que haya comenzado el derribo de la nave lo vemos como un éxito de la presión vecinal», asegura el presidente de la Asociación de Vecinos ‘Alfonso Camín’ de La Calzada, Carlos Arias, a miGijón.
Éste, costeado con fondos municipales, fue aprobado por el Pleno el 9 de mayo de 2024, pero desde entonces se han encadenado retrasos y demoras de variada índole, tensando la cuerda de la paciencia ciudadana. Así, los vecinos se movilizaron de nuevo en enero, en compañía de representantes políticos, para exigir la ejecución del derribo. Sería en abril cuando la junta de gobierno adjudicó a Hercal Diggers los trabajos de demolición tras imponerse a otras diecisiete empresas en el concurso de licitación, trabajos que ascenderán a 568.096,78 euros más IVA.
«Todavía nos quedan varios frentes abiertos: el eterno problema de la contaminación, el vial de Jove, el tránsito de camiones por Cuatro Caminos… Por eso, confiamos en que lo que hemos logrado sirva de acicate y de demostración de que, efectivamente, si los vecinos nos mantenemos unidos y peleamos, conseguimos cosas», enfatiza Arias.
Precisamente en la tarde de ayer varios habitantes del barrio, liderados por Arias, se concentraron frente al cierre perimetral instalado alrededor de la nave para echar un último vistazo a ese mastodonte de acero y hormigón tal como ha lucido hasta la fecha. «No nos podemos creer que haya llegado el día», comentaban algunos; otros, en cambio, ponían el acento en «lo mucho que ha costado conseguir esto». Eso sí, todo ellos se revelaban visiblemente emocionados, y deseosos que aquello que, finalmente ocupe el solar resultante sea más hermoso, más adecuado y, por encima de cualquier otro factor, útil para unos vecinos que llevan demasiado tiempo esperando…