La atleta gijonesa, una de las seis personas atacadas por los canes, ha ido este jueves a visitar a los animales, bajo custodia municipal desde entonces; a su juicio, «no son los verdaderos culpables; es el humano el que hace que sean agresivos»

Sin vacunas, sin chips identificadores, sin registro en ninguna parte… Y, para colmo, sin cierre adecuado en la finca en la que se encontraban los animales. Con semejantes hechos sobre la mesa, era cuestión de tiempo que las autoridades actuasen contra el dueño de los dos perros de raza peligrosa que, el pasado 16 de marzo, atacaron brutalmente a la corredora gijonesa Carmen Suárez Corujo en la ‘senda verde’ próxima al cementerio de Tremañes. Y ese día ha llegado. Agentes de la Policía Nacional detenían ayer al sujeto en cuestión, de 29 años, que este jueves ha pasado a disposición del Juzgado de Guardia. Una noticia que la propia atleta ha encajado con sentimientos enfrentados; como ella misma ha admitido hace escasos minutos, en declaraciones a miGijón, «no sé si me alegro o no, pero tiene que haber consecuencias«.
Según la información facilitada por la Policía Nacional, todo indica que la parcela en cuestión carece de los cierres pertinentes, lo que permitía una salida de la finca sin excesiva dificultad. Prueba de ello es que a mediados del mes pasado se produjeron hasta tres fugas, que derivaron en ataques a un total de seis personas, Corujo incluida. El hecho más grave ocurrió el mismo 16 de marzo, cuando los canes se abalanzaron sobre tren viandantes. Desde ese día, los animales están bajo custodia en el Albergue de Animales de Gijón, ubicado en Serín.
«Salieron a cazar; pasa una excursión de veinte personas, y se habrían lanzado a por las veinte»
Hasta allí se ha desplazado hoy la atleta, decidida a cumplir el objetivo que se marcó poco después del ataque: conocer a sus agresores. «El día que pasó lo que pasó casi no pude verlos, pero he estado allí, y tengo claro que no son los verdaderos culpables; es el humano el que trabaja con ellos y hace que sean agresivos«, reflexiona. Y el haberlos encontrado «bien, sin heridas» refuerza su convicción de que el problema de fondo es de trato. «Salieron a cazar; lo mismo que nos cogieron a mí y a los otros, si llega a pasar una excursión de veinte personas, se habrían lanzado a por las veinte; no se explica de otro modo lo agresivos que era», teoriza Corujo.
Por el momento la deportista, ya en casa tras recibir el alta médica, se recupera lentamente de las heridas sufridas. «Hoy me retiraron la férula del brazo, pero me falta la cuarta dosis de la vacuna de la rabia, llevo quitados cincuenta puntos… Y doy gracias de que no tengo dolores», confiesa. Eso sí, con el susto de lo ocurrido aún en el cuerpo, y decidida a que el cúmulo de ataques sirva para poner punto final a la situación de esos canes, sólo espera que la detención sirva de ejemplo, y que «a quien corresponda acabe con esto. Él se lo ha buscado, no yo. Si sirve para eso, por una parte me alegraré».