Pinín es uno de esos personajes que llegaron a nuestras retinas para quedarse. El sobrino de Pinón y Telva, personajes que ya habían sido acogidos con cariño por el público asturiano, fue, como ellos, creado por el dibujante y pintor Alfonso Iglesias (1910-1988).
Publicado por el dominical de La Nueva España en el año 1943, las ‘Aventures de Pinín que de Pinón ye sobrín’ fueron un auténtico fenómeno de masas que enganchó por igual a pequeños y mayores. Pinín, el niño que soñaba con viajar, con las aventuras, con la libertad. En un tiempo en que aquella palabra sonaba algo lejana. Comparado en numerosas ocasiones con Tintín por ese afán a las aventuras era, sin embargo, menor a él, y rubio (contra el famoso flequillo pelirrojo del belga).
Pero nada tenían que envidiar uno al otro. Siempre de la mano de su curioso transporte -una gigantesca madreña, el madreñogiro-, Pinín se lanzaba a la aventura dentro y fuera de los límites del Principado. El Nalón, Pravia o ‘el coxu de Proaza’ son algunos de los lugares y amigos que le acompañarán en sus periplos.
Cada domingo Alfonso Iglesias ofrecía una nueva historia a sus fieles lectores, que disfrutarán de él hasta el 24 de septiembre de 1944. Pero Pinín no se acabó ahí. Tres colecciones de cromos, a todo color, continuaron expandiendo sus aventuras. Como muestra del cariño que el personaje despertaba, el reconocimiento que se celebró, el 20 de septiembre de 1944, en plena calle Uría de Oviedo. Allí, miles de personas se congregaron para ver desfilar a Pinín, siempre acompañado de su madreñogiro.
Aún hoy podemos ver en La Felguera un monumento, homenaje a Pinín. También en el Muséu del Pueblu d’Asturies de Gijón, donde brilla acompañado de sus tíos, Pinón y Telva.