Testimonios anónimos cuentan sus experiencias en casa del ‘padre Chus’: «Daba mucho asco y vergüenza»

Cuando se produjeron los hechos algunos eran menores y todos prefieren no revelar sus nombres para evitar que se les relacione con el exsacerdote

El caso de Jesús M.ª Menéndez, más conocido como ‘el padre Chus’, sigue suscitando polémica en Gijón. Varios jóvenes han revelado de manera anónima sus experiencias en casa del ‘padre Chus’, a la que acudían con más o menos frecuencia hace ocho años, incluso alguno iba ya hace diez, cuando todavía eran menores de edad. Prefieren no revelar sus nombres para evitar que se les relacione con el exsacerdote, por lo que en todo momento se utilizarán nombres ficticios en este artículo.

Todos ellos coinciden en que allí se iba a fumar porros «como si fuera un bajo con tus amigos». Afirman que Chus regalaba hachís, tabaco y dinero en pequeñas cantidades a todo el que se lo pedía. Presuntamente, también había un control de acceso para subir a su piso, situado en la calle Donato Argüelles de Gijón, «solo iba gente que era de su confianza, si querías subir tenías que ir con alguien que él conociera», cuentan. Y es así como se iba corriendo la voz de unos a otros y subían y bajaban menores de edad durante todo el día, «él dejaba estar hasta las 21-22 horas», lo que suscitaba quejas por parte de sus vecinos.

Los adolescentes de aquel momento sabían quién era Chus y qué se hacía allí. En muchas aulas de instituto se oía «vamos por la tarde a casa Chus» y un grupo de chavales se ponían de acuerdo para acudir después de las clases, en sus primeros tonteos con los porros o simplemente para curiosear lo que había allí.

Diego cuenta que acudió en total alrededor de 30 veces durante el año 2014. «Todos los días veía cómo cogía a menores y los sentaba en sus piernas, les daba besos en la mejilla y a algunos les daba un beso en la comisura entre el labio y la mejilla, que tenían que girar la cara para que ese beso fuera a la mejilla. Daba mucho asco y vergüenza. Él sabía perfectamente lo que podía hacer y lo que no y con quién sí y con quién no, no tiene nada de tonto«, afirma.

Carlos acudió hace 10 años un par de veces, «sabía que daba dinero y me daba curiosidad lo que podía haber allí». En aquel momento, tenía 13 años. «Tenía una novia por entonces y nos inventamos que estaba embarazada para ver si nos daba dinero, le dijimos nombres falsos y, la siguiente vez que fui, me llamó a su habitación para hablar conmigo por mi nombre verdadero. Nos dijo que estaba mal hacer eso, que él podía ayudarnos si teníamos un problema de verdad y me tocó ligeramente la pierna. Me dio mal rollo y no volví», relata.

«Los asfas»

Dentro de los menores que acudían con asiduidad a ‘casa Chus’, había un grupo selecto, «la gente con la que más confianza tenía», a los que llamaba «Los asfas». Para acreditar a sus miembros como tal, ofrecía una tarjeta o collares, «con eso podías entrar en su casa sin que él estuviera», cuenta Mateo, que pertenecía a este grupo de su máxima confianza. Además, Jesús M.ª Menéndez fue su profesor de religión en el instituto, «allí se comportaba de manera profesional y luego en su casa hacía lo que quería», explica.

A Roberto le ofreció entrar en este club. «Era como una especie de secta, yo solo fui seis veces en total y ya me lo ofreció, decía que él te podía ayudar económicamente si tenías problemas legales, con temas médicos, si querías ir a la universidad y tu familia no tenía dinero… Decía que tenía muchas influencias y que te podía ayudar en lo que quisieras». «Una vez tenía que ir al hospital a ver a mi abuela, no tenía dinero y él me dio 5 euros para el autobús y para que le llevara una rosa a mi abuela», añade.

Todos los jóvenes coinciden en que solía tocar la pierna ligeramente a las personas y que daba besos en la mejilla. «Eso lo hacía con los menores de edad, después se rumoreaba que con la gente que tenía allí viviendo pasaba a mayores«, cuentan. De la gente con la que vivía en aquellos años, todos dicen que eran extranjeros, «muy yonkis y con muy mala pinta».

Mateo, miembro de «Los asfas», explica que a veces él y otros amigos que tenían la máxima confianza del ‘padre Chus’ fumaban con él en su habitación y «a lo mejor llegaba un chaval y decía iros todos al salón que tengo que hablar aquí con este chico. Había gente que salía de allí con 50 euros, se decía que ofrecía dinero por que le enseñaran sus partes íntimas«.

Mateo y Diego conocen a algunas personas que le vendían el hachís al excura, pero no quieren revelar sus nombres por miedo. «Siempre eran dos o tres, las mismas personas, eran menores de los que paraban allí y se lo llevaban allí a su casa», afirman.

La defensa del ‘padre Chus’ prefiere no dar declaraciones

Este diario se ha puesto en contacto con Javier Díaz Dapena, abogado del ‘padre Chus’, para contrastar estas declaraciones y rumores de los testimonios. El letrado afirma que como defensa prefieren no hacer declaraciones. «La gente tiene mucha imaginación, si conocen hechos delictivos, que denuncien», señala Díaz Dapena.

Jesús M.ª Menéndez se enfrenta a 10 años de cárcel por presuntamente proponer sexo a menores a cambio de dinero y drogas, está acusado de un delito de tráfico de sustancias estupefacientes y de dos delitos de corrupción de menores.

En el año 2015, el Papa Francisco lo expulsó de la Iglesia Católica, «tras tener conocimiento de unos vídeos en los que aparecía manteniendo relaciones con menores, si bien en aquella ocasión la investigación judicial quedó archivada por tratarse de menores de edad, pero mayores de 16 años, con lo que no constituía delito. Para el estado Vaticano, sin embargo, ese límite son los 18 años», según informa El Comercio en un artículo reciente.