Cuevas llegó y convenció en Madrid con ‘Barbián’, un espectáculo dirigido por Fernando Carmena
El asturiano Rodrigo Cuevas volvió este viernes a la capital con el espectáculo Barbián, la tercera vez desde que lo presentara inicialmente en los Veranos de la Villa de 2019. Todo estaba a la medida para que Cuevas, de la mano del director Fernando Carmena, brillara. Y vaya si lo consiguió. Eran las 18h en punto cuando el asturiano, puntual, entonaba los primeros acordes del espectáculo. El contexto -dadas las circunstancias- no podía ser mejor: primer viernes sin estado de alarma, un sol adelantado de verano en Madrid y un escenario al aire libre de virus y miedos.
Nada le resta mérito pero todo colaboró en una actuación en la que hasta el silencio –el poco que hubo– sonaba bien. La obra, una revisión de piezas castizas, estuvo a la altura de las expectativas de un público que agotó las invitaciones (gratuitas, con motivo de San Isidro) y que venía, sobre todo, con ganas de pasarlo bien.
“Yo la primera vez que vine a Madrid fracasé, aunque parezca mentira. Me caí al suelo, vinieron poquísimas personas a verme, pa’que veáis lo que es la vida. Aquel día no me vinieron a ver ninguna musa, que desamor tuve con Madrid. Pero como de cualquier crisis, lo único que queda es salir pa’lante”. Y salió, pa’lante y por la puerta grande.
De aquella primera experiencia en Madrid a la del viernes han pasado unos cuantos años y muchas canciones, algunas, tan emotivas como la que dedica en su último disco (Manual de Cortejo, 2019) al mítico Rambal. Quien fracasara en Madrid regalaba ahora su música en las fiestas más castizas de la ciudad. Tomen revancha.
“Madrid se explica a través de la zarzuela, y la zarzuela a través de Madrid”. La frase con la que presenta la obra Fernando Carmena, toma el sentido al entonar la mítica Las campanas de Madrid: “las campanas de Madrid qué tristes suenan, de mi pobre corazón sale la pena, ay Angelita, que puñalada me has asestao, quien me dijera que tu cariño me traicionara con lo bonito que tienes la cara…”.
Pero no estaba Cuevas en el escenario de Matadero con sus canciones, aunque por momentos lo pareciera. Sin embargo, tiene ese toque tan suyo con el que impregna todo que hace difícil pensar en otro protagonista para Barbián. Y eso que, en un principio, y como confesaba a este medio, el propio cantante se sorprendía de la invitación de Carmena: «me llamó la atención que pensara en mí para cantar algo de zarzuela porque yo no sé hacer canto lírico”. Tras ver el espectáculo una entiende mucho mejor al director, no hay dudas en su protagonista.
Con el toque Cuevas lo mismo te canta zarzuela con vestido propio y taconazo, que versiona La leyenda del beso (en la que se basa la popular canción Amor de hombre). Y, como un gato más, siempre cae de pie. Precisamente con esta canción, ponía el punto final a un espectáculo en el que, de haber podido, habríamos bailado, coreado y reído aún más, porque bis, afortunadamente, sí pudo haber.
Entre medias, Rodrigo se desnudaba en cuerpo y alma. Entre canción y canción tuvo tiempo también de tirar de ironía para ganarse al público, porque, lo que al artista le da pena son «esas señoras bien que de repente tienen un pequeño desliz y acaban… por poner un ejemplo, Cristina Cifuentes ¿tenías que robar las cremas? Si las puedes pagar, o Esperanza Aguirre, pero señora de verdad tiene usted que aparcar en doble fila, si vives en un castillo…pobrecitas”.
Se despide Cuevas de la capital (esperemos que por poco tiempo) con la certeza de haberse redimido de aquella primera vez, con el público madrileño en el bolsillo y con los fieles emigrados asturianos –que no somos, precisamente, pocos– rendidos a sus pies. Y a sus tacones.